A Belen González Peñalba, in memoriam
Un mediático diputado republicano catalán ha puesto de moda el término anomalía. Lo utiliza para describir el procés, pero yo lo voy a emplear en otros menesteres. La anomalía es una desviación o discrepancia de una regla o de un uso, pero también un defecto de forma o de funcionamiento. Ahí estamos.
La situación creada ante el juicio a cinco presuntos violadores en Iruñea ha traído consigo una grave anomalía. La pretensión de abogados de la defensa y algunos medios de poner en cuestión la actitud de la víctima, que no solo tiene que ser decente y no promiscua, sino que encima debe de comportarse como una heroína de los tebeos de la Marvel. Parece increíble que a estas alturas del siglo XXI se puedan plantear esquemas de pensamiento tan machistas, tan degradantes, tan impresentables. En vez de poner en cuestión el comportamiento de una banda de presuntos abusones sexuales, que al parecer ya habían protagonizado hazañas semejantes en otras ocasiones, se cuestiona a la víctima, qué casualidad, una mujer joven, de 18 años.
Hay que volver a decir que el machismo no está superado, al revés, vuelve con fuerza en las jóvenes generaciones. Un machismo que intenta impedir la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que intenta (y consigue) minusvalorar a la mujer, que arrincona a esta como si fuera un objeto de adorno en una sociedad gobernada por machos.
La violencia machista, los abusos sexuales, son cosa de hombres, sean heterosexuales o gays. Pos su propia forma de ser, las mujeres no ejercen la violencia de género, ni realizan abusos sexuales. Siempre son hombres los culpables, sin excepción. Porque conviene decir también que todos los hombres somos machistas, el que esto escribe incluido, en un grado mayor o menor, sin duda.
Porque todos los seres humanos, tal vez por condición genética, tendemos a ser racistas, a rechazar al diferente. En realidad el machismo no es sino una forma elaborada de racismo, de rechazo a la mujer por ser diferente, por mantener unos valores distintos a los del hombre. La dominación del hombre sobre la mujer es ancestral, proviene probablemente del origen de la especie y por lo tanto es difícil de erradicar de un día para otro. Pero no podemos mantener esta situación por más tiempo. Lo acontecido con esa manada de animales nos tiene que producir vergüenza de género, rechazo a nuestra propia forma de ser. El machismo tan solo se desmontará, se eliminará, con el trabajo colectivo de los hombres concienciados de la necesidad de esa tarea histórica.
No tenemos derecho a seguir por más tiempo ocupando el espacio de dominio que ostentamos. Es nuestra responsabilidad reconocer nuestros micromachismos, exponerlos y superarlos. El feminismo tiene su propia tarea que realizar, que corresponde protagonizar a las mujeres, pero mientras tanto no nos debería estar permitido continuar un dia más con esta situación de desequilibrio, de provecho, de explotación sobre la mujer, sobre todas las mujeres del planeta. ⧫
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