2016/06/07

El bucle eterno

A estas alturas del siglo XXI resulta descorazonador tener que volver a escribir sobre el bucle eterno en el que se desenvuelve la política vasca desde principios de los años cincuenta de la pasada centuria. Fue en aquella época cuando un pequeño grupo de estudiantes de Bilbao y Donostia empezaron a trazar un camino propio en la lucha de liberación nacional de Euskal Herria, un camino ajeno al trazado hasta entonces por el PNV.

A partir de ese momento se ha tejido una nube de organizaciones políticas, sociales y sindicales que han intentado llevar a buen puerto una estrategia propia, en la que se han producido evidentes errores. Pero no vamos a hablar hoy de ellos, sino del mencionado bucle. Porque dentro de esa nube siempre ha existido una esquizofrenia política entre quienes han priorizado los intentos de acuerdos con el PNV y quienes han considerado que no se daban las condiciones para esa entente. De hecho, decían estos últimos, si el histórico partido jeltzale hubiera amparado debidamente una verdadera resistencia vasca ante el franquismo, nunca hubiera surgido una alternativa como la que en su día se fraguó en torno a la organización clandestina ETA.



En los últimos tiempos hemos conocido la postura favorable a esa entente, en determinadas cuestiones eso sí, defendida por el hasta ahora presidente de Sortu Hasier Arraiz. Postura que no es compartida por muchas personas que se identifican con la izquierda abertzale, que optarían por la confrontación democrática con el partido jeltzale como estrategia principal. Los llamados acuerdos de país son esgrimidos con insistencia en ese mundo, y recientemente se han dado algunos como los relativos a Eudel o a la Ley Municipal. Sin embargo, en otros terrenos, léase la incineradora de Zubieta, la confrontación ha subido de tono y da la impresión de que irá para largo.

Pero el motivo último de haberme decidido a escribir este comentario reside en las palabras pronunciadas por el alcalde de Gasteiz Gorka Urtaran, en las que ha considerado que la candidatura de Arnaldo Otegi al palacio de Ajuria Enea es cosa del pasado y que el recién excarcelado dirigente independentista le recuerda cosas muy malas de la izquierda abertzale.

Es curioso que cuando Urtaran, que quedó en tercer lugar en las elecciones municipales, por detrás de Javier Maroto (PP) y Miren Larrion (EH Bildu), no hiciese ascos a recibir los votos de la coalición abertzale para conseguir la alcaldía de su ciudad. Entonces no le molestaba el pasado ni el presente de Otegi, porque éste se encontraba a buen recaudo en la cárcel de Logroño. Urtaran no ha sabido gestionar con habilidad su ayuntamiento y tras cerrar un pacto con el PSOE, la muletilla que siempre utiliza su partido cuando tiene dificultades, se desata ahora con estos ataques injustos y destemplados a una persona que tanto ha trabajado por el encauzamiento del conflicto político vasco hacia expresiones estrictamente democráticas y pacíficas.

Las palabras de Urtaran se suman a la actitud despreciativa y poco elegante que el lehendakari Urkullu ha mantenido respecto de la figura de Otegi en todo este tiempo y a las deplorables declaraciones de Andoni Ortuzar, el presidente jeltzale, tachando de españolista al candidato de Bildu Oskar Matute.

Posiblemente existan espacios de acuerdo entre el PNV y la izquierda abertzale, (a los que podría sumarse en su caso Podemos-Ahal Dugu). Espacios de ámbito institucional, como el Gobierno de Nafarroa Garaia o la reivindicación del derecho a decidir que ha dado un salto adelante este fin de semana. Pero se me antoja que los espacios de confrontación van a ser más numerosos y de mayor calado, por lo que el eterno bucle estratégico, con o sin el PNV, seguirá estando muy presente en el próximo futuro.

@Azogeak

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