¿Quién no ha deseado alguna vez que un rabo de nube nos borre las tristezas? ¿Que un aguacero limpie las miserias que nos rodean? Cuando todo lo abyecto se repite como en una ceremonia ensayada, cuando la podredumbre nos embarga, es necesario que caiga la lluvia a cántaros, una lluvia que arrastre la basura hacia los desagües, que se lleve el cieno acumulado durante tantos años.
A veces se tiene la sensación de que estamos perdiendo nuestro valioso tiempo en discutir nimiedades. Da la impresión de que hemos dejado olvidado en la cuneta el mensaje que nos transmitieron con rotundidad gentes que pasaron antes que nosotros por estas mismas tierras, gentes que supieron diferenciar entre lo importante y lo accesorio. Gentes cuyos nombres no figuran en los callejeros de nuestros pueblos y ciudades. De momento.
Pensar que estamos mejor que en 1959 es engañarse. Probablemente estemos mejor si tan solo nos referimos a lo material, a las comodidades mundanas que tantas veces nos hacen olvidar los eternos anhelos del hombre por construir un mundo mejor. También es cierto que ahora no soportamos una dictadura militar como la de Franco, pero en lo que se refiere a dar pasos hacia una sociedad más justa, más solidaria, más cercana a la comunidad entre las gentes, nos encontremos más alejados de ese objetivo. Equivocados o no, en aquellas fechas había un mayor porcentaje de personas idealistas que en la actualidad. Había más personas, hombres y mujeres, que luchaban por un cambio radical de las cosas. Por lograr que los dominados comenzasen a tener voz.
Podemos seguir discutiendo si es mejor tirar por aquí o por allí, siempre y cuando tengamos claro que es necesario seguir hacia adelante. En muchas ocasiones nos vemos obligados a tener que poner en duda la existencia de esa intención superior, decisiva, trascendental. Son tantas las razones para llevar a cabo la tarea que se haría interminable enumerarlas en un artículo. Todos las conocemos. Mientras recuperamos esa voluntad de transformación, ese espíritu crítico y revolucionario que muchos consideran trasnochado, seguimos prefiriendo que un rabo de nube vaya limpiando el camino de tanta inmundicia, un rabo de nube que vaya despejando obstáculos.
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