Hay que matizar que el PSC es un partido independiente, con entidad jurídica propia, aunque sus parlamentarios forman parte del Grupo Socialista junto a los del PSOE. En cambio, tanto el PSE como el PSN son meras marcas electorales del PSOE.
No constituye sorpresa alguna que los cinco diputados socialistas de la CAPV y la CFN se muestren contrarios al derecho a decidir de los pueblos que habitan en el Estado español. Lo sabíamos de sobra. Otra cosa es que actuaciones como la vivida en Madrid contribuyan a diferenciar en buena medida la distancia que existe entre la Vía Catalana y la incipiente Euskal Bidea. La transversalidad que ha logrado la reivindicación del derecho a decidir en el Principat es muy superior a la que pueda existir en Euskal Herria.
Cosa distinta es que el PSC o sus simpatizantes opten en su momento por la independencia, que no lo harán en su mayoría, pero al menos se muestran firmes en la defensa de una consulta popular para ejercer el derecho a decidir. Si esa postura del PSC se trasladase, aunque solo fuera de foma parcial, a las filas de PSE-EE y PSN, tendríamos andado medio camino.
Como no es así, por el momento, queda mucho trabajo por hacer. Pivotar la extensión de la exigencia del derecho a decidir solamente en las formaciones abertzales y/o nacionalistas puede resultar un peligroso reduccionismo. Es necesario ensanchar la base popular que simpatiza con la consulta y el consiguiente derecho a decidir. Convertirla en una propuesta atractiva a sectores que se consideran federalistas, sean de izquierda, ecologistas o liberales, que haberlos, haylos. Y de ese modo seguir acumulando efectivos y poniendo en valor la vía propia hacia la soberanía vasca.
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