2013/02/01

Kontuz!

Enrique Goñi. Foto: www.noticiasdenavarra.com
El Poder, así con mayúsculas, tiene una ilimitada capacidad de corromper a quienes transitan por sus recovecos, sean monarcas, presidentes de gobierno, ministros, consejeros, subsecretarios, asesores, jueces, fiscales, policías, funcionarios y un largo etcétera. Ha habido corrupción en los régimenes totalitarios, en los autoritarios, en los democráticos de uno u otro signo, en los de derecha y en los de izquierda. Es una enfermedad de tan amplio espectro vírico que resulta dificil escabullirse a sus efectos.

Es cierto, por otra parte, que la cultura política, las tradiciones populares o la religión inciden en la mayor o menor propagación de la plaga. Sabemos que en los países del norte europeo la corrupción es menor que en los que bordean el Mediterráneo. Ello no quiere decir, como bien ha dejado escrito el sueco Henning Mankell, que allí no exista. Claro que existe, pero es sensiblemente inferior a la que pueda darse en Italia o el Estado español. Podría decirse que los países de confesión protestante presentan, en general, una menor infección que los de confesión católica romana. 

Las últimas andanadas en torno a casos como el del vasco Iñaki Urdangarin, miembro consorte de la familia real española, o el de Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, copan las portadas de los medios informativos, incluidos los vascos. No es de extrañar que así ocurra, pero también en Euskal Herria se dan asuntos de interés relacionados con la corrupción, como viene a ser todo lo relacionado con la autoinmolada Caja Navarra.

Se trata de una entidad de larga trayectoria, socia fundadora de la Federación de Cajas de Ahorros Vasco-Navarras (FCAVN), y principal referente financiero en Nafarroa Garaia durante décadas. Sus dirigentes, encabezados por quien era a la sazón presidente del Gobierno foral, Miguel Sanz, eludieron desde el primer momento la posibilidad de afrontar el futuro apostando por un trabajo de auzolan con las restantes cajas provinciales del sur de Euskal Herria. Para adoptar semejante decisión primaron las razones de índole política sobre las estrictamente financieras. 

Era evidente para cualquier observador objetivo que de la unión entre iguales entre BBK, Kutxa de Gipuzkoa, Vital y CAN hubiera surgido una entidad financiera muy potente y saneada. Sin embargo, los responsables de Caja Navarra, dirigidos por Enrique Goñi, emprendieron la aventura de Banca Cívica, tras abrir previamente multitud de oficinas en Bizkaia, Gipuzkoa y Araba, con muy dudosa rentabilidad. De hecho, muchas de ellas ya han sido clausuradas.

Banca Cívica se compuso con cuatro cajas de distinta procedencia. CajaCanarias y Caja de Burgos se unieron con la CAN en un primer momento, y Cajasol de Sevilla en segunda instancia. La entidad resultante optó por la salida a Bolsa y la aventura de Goñi y compañía concluyó con la humillante absorción por parte de Caixabank. El tinglado se encontraba técnicamente en quiebra. Para gozo de Sanz y Barcina, las oficinas de la antigua CAN son ahora de una entidad catalana. Una consecuencia no deseada del antivasquismo visceral de la cúpula gobernante en Iruñea.

Tan solo la trayectoria errática de CajaNavarra merecería de por sí una investigación a fondo, pero situaciones conocidas posteriormente, como el trato de favor a Yolanda Barcina en determinadas operaciones inmobiliarias, cuando la actual presidente era máxima responsable de la Comisión de Control de la entidad, el esperpéntico caso Cervera o los viajes a París de clientes VIP desvelados hace escasos días, hacen imprescindible esa investigación. El PSOE, que tantos pecados acumula en su mochila, haría bien en dejar de bloquear los intentos de aclarar lo sucedido, en vez de intentar evitar que las aguas podridas se desborden, poniendo en riesgo el régimen uniprovincial navarro sostenido por UPN-PP, PSOE y CEN, con la connivencia de UGT y CCOO. 

Buena parte de las informaciones y datos que han salido a la luz en referencia a CajaNavarra han sido reunidos y publicados por una pequeña asociación de consumidores y usuarios, Kontuz! Un trabajo ejemplar, digno de elogio, que debería ser ampliado a todo el territorio de Euskal Herria por asociaciones semejantes o grupos afines. Sacar a la luz asuntos de corrupción y plantear denuncias en los juzgados, en el caso de que haya elementos para ello, es una tarea que puede realizar la sociedad civil sin necesidad de mayores tutelajes. 

Los ciudadanos no podemos permanecer impasibles ante el latrocinio organizado que se sigue dando en determinadas esferas de la administración o las entidades públicas. Por supuesto que hay políticos honrados y funcionarios intachables, faltaría más, pero cuando se detecta un movimiento sospechoso hay que poner la lupa sobre el mismo, examinarlo y, si procede, ponerlo en conocimiento de la opinión pública. Que quienes tengan la tentación de meter la mano en la caja de caudales públicos tengan presente que hay un Kontuz! que permanece vigilante. Tal vez así disminuya en algún grado la insoportable práctica corrupta. 

 

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