¿Qué está pasando? ¿Hasta cuando vamos a aguantar la rapiña de la banca? ¿Cómo es posible que uno de los principales causantes de la crisis se cebe de este modo miserable contra los ciudadanos de a pie? La muerte de Amaia Egaña en Barakaldo pone a toda la sociedad ante el espejo. Un sistema que induce al suicidio de una mujer con empleo, casada y con un hijo, es un sistema aborrecible.
Los primeros datos que se manejan hablan de una familia normal, sin aparentes problemas económicos, pero a quienes se les iba a embargar la vivienda hoy mismo. La desesperación que ha llevado a Amaia a tirarse por el balcón refleja la gravedad de una situación legal injusta, que otorga todas las ventajas a la banca y que pone en el disparadero a quienes no pueden hacer frente al pago de su hipoteca.
El Gobierno español del PP y el PSOE dicen estar preparando medidas, como la moratoria en el embargo. Medidas que lejos de solucionar el problema de fondo, tan solo lo maquillarán. En primer lugar habría que conseguir que todos aquellos bancos que han sido nacionalizados, o hayan recibido ayudas públicas de cualquier tipo, no tengan capacidad de promover embargo de vivienda alguno. En segundo lugar, como ha planteado EH Bildu, que las viviendas en peligro de embargo pasen a depender de una oficina pública que las gestione, facilitando la permamencia de las personas en su vivienda a cambio de un alquiler social mientras se soluciona el problema de fondo. Y en esa solución debe aparecer la figura de la "quita", para que la deuda contraída pueda reducirse a términos asumibles por los afectados y con un periodo de pago razonable y pactado entre las partes. Si se hace con las empresas en apuros, existen muchas más razones para emplear ese método en el caso de familias con dificultades económicas.
Decir que la banca engaña, manipula o roba no es decir nada nuevo. Ya lo dijo Emile Zola en el siglo XIX. Lo importante es que la sociedad, las instituciones, en definitiva los mecanismos democráticos, funcionen de verdad y pongan remedio a este escándalo social, tal vez la consecuencia más sangrante de la crisis, junto al desempleo masivo que padecemos.
Diría más. Sin ser experto en asuntos constitucionales, y no guardando simpatía al texto de 1978, éste dice en su artículo 47 que: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada". Que se sepa, el artículo continúa vigente, por lo que el empeño de bancos y cajas por arrebatar la vivienda, bajo el pretexto de no tener al corriente los pagos de la hipoteca, podría considerarse anticonstitucional. Me gustaría que alguien con conocimientos adecuados en la materia estudiase la posibilidad de emprender acciones jurídicas en ese sentido.
¿Quién mató a Amaia Egaña? me preguntaba en el título de este comentario urgente. Los más cínicos contestarían que ella misma. Pero si somos honrados intelectualmente, tendremos que decir que los causantes de esa muerte son varios. En primer lugar la banca, en su inmoral afán de quedarse con el mayor número de viviendas posible. En segundo lugar la institución judicial, que en la gran mayoría de ocasiones se pliega a los deseos de los primeros, en detrimento de los ciudadanos. En tercer lugar los ejecutivos central y autonómicos, que no han tomado iniciativas que acaben de forma efectiva con esta práctica vergonzosa. En cuarto lugar los partidos, sindicatos y agentes sociales que no han hecho lo suficiente por concienciar a la sociedad con este asunto y construir un potente movimiento antidesahucios que presione para reducir los efectos de la plaga. En quinto lugar la sociedad en su conjunto, que asiste atónita a los cientos y cientos de desahucios que se están produciendo y que tan solo reacciona cuando se da una muerte como la de Amaia. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad.
Una mujer ha perdido la vida inducida por el acoso judicial instado por un banco. Es una tragedia social que destroza la vida de ella y de su familia y amigos. Pero no debería ser una muerte inútil. La decisión de Amaia tendría que alertar a la ciudadanía para hacer funcionar los resortes que impidan que otro caso semejante se produzca en cualquier ciudad o pueblo de nuestra geografía. Que ninguna otra Amaia tenga que sacrificar su vida por culpa de una hipoteca.
Me recuerda a aquello de que “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Pero, aún siendo verdad, si buscamos un responsable, un asesino directo y con todas las letras, yo señalo uno: nuestros políticos de mierda –y perdón por la expresión, pero no me sale otra-.
ResponderEliminarY lo digo porque son los políticos, en concreto los diputados de nuestra partitocracia los que legislan, y a los que corresponde poner freno y meter en vereda a los bancos. No “códigos de buenas prácticas” ni chorradas similares, sino leyes de estricto cumplimiento que nos protejan de su avaricia, de su moral podrida y de su falta de escrúpulos.
Pero el mal es sistémico, vivimos en la Europa de los banqueros, donde un banco central presta a los bancos para que, a su vez, estos financien -y en consecuencia tengan cogidos de los huevos- a los estados.
Luego, los políticos se ponen muy serios por la tele y dicen que “van a articular medidas para terminar con esta lacra”. La lacra son ellos. La banca está donde siempre ha estado. Ah! Y nosotros en medio, sin poder ya ni comprar vaselina para que nos duela menos.
Si Ud. tiene un piso alquilado y su inquilina le deja de pagar la renta, Ud acudiría a hacer un desahucio express de dicha inquilina y ella ante esa situación se tira por la ventana, tendriamos que llamarle asesino??
ResponderEliminarNo se trata de coger el rábano por las hojas, amigo. Estamos hablando de la responsabilidad social de la banca y del derecho a la vivienda, temas suficientemente serios para andarse con suposiciones torticeras.
EliminarPido a quienes realicen comentarios un poco de rigor y de respeto ante situaciones tan dramáticas. ¿Es tanto pedir?