2012/06/15

Nafarroa ¿sola o con leche?

Roberto Jiménez y Yolanda Barcina. noticiasdenavarra.com
La precipitada destitución del vicepresidente de la Diputación navarra, Roberto Jiménez, por parte de la presidenta Barcina, no hace sino revelar la verdadera fotografía de la situación que atraviesa esta autonomía uniprovincial. La crisis económica aprieta a todos, pero convierte en vulnerables a los más pequeños, como se ha demostrado últimamente con las comunidades de Asturias o La Rioja, cuya caja de ahorros también está pillada en Bankia, por cierto.

En el caso de Nafarroa Garaia, el proceso de descomposición viene de atrás, de muy atrás, pero se ha agravado cualitativamente con lo sucedido con Caja Navarra. La práctica desaparición de una institución estratégica para la CFN no hace sino complicar los problemas en grado sumo. Los responsables del desastre tienen nombres y apellidos, y carnet de partido, Unión del Pueblo Navarro. Son ellos quienes han dilapidado un patrimonio que pertenecía a la gran mayoría de ciudadanos navarros. Un patrimonio que se disfrazó de Banca Cívica para evitar la confluencia con el resto de cajas que han sustentado durante tantos años un trabajo conjunto en la Federación de Cajas de Ahorros Vasco-Navarra (FCAVN).

Conviene volver a recordar que buena parte de la culpa de lo que está sucediendo recae en la obsesión enfermiza antivasca de los responsables de UPN, secundados casi siempre por sus correveidiles del PSN. Obsesión que conlleva cada vez más el riesgo de caer por el precipicio. Desde hace demasiados años, los sucesivos gobiernos navarros, salvo el corto periodo del corrupto Otano, han dado la espalda a los territorios hermanos de la Navarra Occidental, léase CAPV.

Ha sido una postura sustentada en el más puro sectarismo ideológico, mamado en la escuela doctrinal de los Pradera, Del Burgo y Aizpun. Un sectarismo de raíz franquista, que ha echado por tierra una cultura anterior, conservadora sí, pero favorable al Laurac Bat, unión con Gipuzkoa, Bizkaia y Araba, salvaguardando la autonomía e idiosincrasia de las partes.

A partir del franquismo, sin embargo, ha prevalecido la versión más cerrada y chulesca del navarrerismo, liderada por políticos como Miguel Sanz. Un navarrerismo basado en el complejo, el provincianismo más rancio y el odio a las esencias culturales propias, en especial al euskara, la lingua navarrorum. Han sido múltiples las veces en que se han lanzado mensajes favorables a la conjunción de esfuerzos con La Rioja o Aragón, descartando por principio cualquier atisbo de aproximación a las llamadas Provincias Vascongadas. 

Las consecuencias de todos estos atropellos saltan ahora a la vista. UPN y PP no logran sostener una mayoría en el Parlamento Foral, los primeros recurren al PSN como elemento auxiliador, pero al final el Gobierno hace aguas. Con unas cuentas forales sembradas de minas y la CAN desaparecida, Yolanda Barcina deberá recurrir a Madrid en busca de auxilio, o de exilio, según se desarrollen los acontecimientos.

La incapacidad manifiesta para hacer frente a la crisis por parte de Barcina y su Gobierno, debería impulsar una reacción ciudadana para exigir una alternativa viable al caos reinante. Esa alternativa debería estar liderada por las fuerzas que apuestan por abandonar la política fracasada en estos treinta años. Una alternativa que deje de dar la espalda a las hermanas occidentales y les ofrezca estrechar la mano, con el proyecto de construir en un futuro una plataforma común que aúne a todos los vasconavarros en un único solar al sur de los Pirineos.

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