2012/06/27

Deconstruir la Conquista

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Un viejo proverbio, de incierta procedencia, aunque algunos lo asociamos con el ancestral pueblo mongol, viene a decirnos que “Nadie sabe del águila su vuelo”. En este caso, el águila no puede ser otra que Navarra, de la que todo está aún por dilucidar, digan lo que digan los defensores y argumentadores de la tesis de la “libre incorporación” al yugo castellano, a los que se ha unido estos días el aspirante al trono del Reino de España con un discurso plagado de tópicos y falsedades.

Sobra afirmar, ante tanto exabrupto digno de la casa de Alba, que el águila navarra sigue volando desde Hondarribia hasta Castejón, desde Baigorri hasta la Sonsierra. Es cierto que su poderoso vuelo ha estado secuestrado, que ha sido empequeñecido y hasta ha habido quienes han pretendido acabar con él definitivamente. Si no lo han conseguido en estos cinco siglos, mucho menos lo van a lograr en el futuro.

Y es que en este arranque del siglo XXI en el que nos hallamos, es importante valorar lo sucedido en aquella Conquista, ocurrida en el primer tercio del Siglo XVI, pero lo en verdad decisivo es que 500 años después de aquellos acontecimientos históricos nos encontremos hablando sobre ellos con total naturalidad.

Y subrayo la palabra naturalidad, porque yo no recuerdo que en todo mi periodo de instrucción, de párvulos hasta la Universidad, periodo que abarca desde el año 62 hasta el 82, desde el franquismo profundo hasta la actual democracia con comillas, se me haya observado por maestros y profesores ninguna cuestión relacionada con estos hechos, ni tan siquiera de manera colateral.  

¿Qué quiere decir esto? Pues que un natural del país se ha debido de enterar de cuestiones centrales de la historia de su nación de forma autodidacta y muy tardía, consultando la Enciclopedia Auñamendi  de los Estornés y leyendo libros de paisanos como Miguel de Orreaga, Pedro Esarte o Tomás Urzainqui, entre otros.

En cuanto a los hechos, pese a los intentos torticeros protagonizados por algunos franquistas renacidos, nadie puede dudar un solo instante de que conformaron una invasión en toda regla. Una operación político-militar de Estado, del Estado Castellano-Aragonés concretamente, que supuso la muerte por agonía del Reino de Navarra. Puede decirse que quedaron fueros y aduanas, que quedó un resto de reino en el norte hasta el siglo XVII, pero la Libertad, escrita con mayúsculas, pereció en aquellos episodios sangrientos del primer tercio del siglo XVI.

También es cierto que hubo Quinta Columna, que numerosos navarros, algunos de ellos con mando en plaza, trabajaron para el invasor, pero ello no resta un ápice de gravedad a la Conquista, que hasta los más íntimos colaboradores del rey Fernando calificaron de tal en su momento. En todas las guerras ha habido traidores y colaboracionistas, lerínes y goicoecheas, y la de Navarra no podía ser una excepción.

Dicho esto, conviene recordar, empero, que las conquistas nunca se pueden dar por consolidadas, por concluidas de forma definitiva y total. Mientras sigan habiendo paisanos que las rechachen, que las combatan, por pocos que sean y aunque solo lo hagan en el campo de la cultura y del conocimiento, habrá esperanza. Mientras sigan habiendo águilas dispuestas a proseguir el vuelo, habrá posibilidades de recobrar la Libertad arrebatada.

Ha sido el vascón pueblo más aficionado a las voces que al lapicero, y así nos ha ido a lo largo de los siglos. Para reconstruir nuestra historia, hemos de acudir en muchas ocasiones a lo escrito por españoles, franceses y hasta alemanes y británicos, porque los testimonios propios son bien escasos. Es precisamente en estos años últimos cuando se está realizando un esfuerzo enorme, con grandes aportaciones por cierto, para actualizar la historiografía propia y subsanar ese estante vacío en nuestras bibliotecas.

Una labor indispensable para dejar sin argumentos a quienes adocenados al abrigo de los poderosos, siguen empecinados en falsear los hechos, en variar las circunstancias, en trastocar lo verdaderamente sucedido en 1512 y, por extensión, en toda la historia del Reino de Navarra. Es una auténtica burla que desde el Gobierno de la Diputación se siga fomentando una visión edulcorada, sino directamente engañosa, de los hechos históricos. Negar a estas alturas que Navarra fue objeto de conquista y dominio por fuerzas extranjeras, provenientes de los reinos de Castilla y Aragón, es un disparate y una provocación intelectual.

Pero dejémosles que persistan en su elucubración impostada. Nosotros a lo nuestro. Que el saber alimenta la Libertad, y tan sólo el cultivo de ésta nos conducirá a deconstruir, a deshacer analíticamente los elementos que constituyen la estructura conceptual de quienes siguen negando, frente a la evidencia, el hecho incontestable de la Conquista. Una operación por la que llevamos quinientos años pagando altos intereses políticos y económicos, recibiendo a cambio humillaciones y desprecios sin fin. Incluso desde el seno de instituciones autoproclamadas navarras, pero que en realidad continúan sirviendo a los herederos directos de quienes propiciaron la guerra y la ocupación de nuestro territorio.

Joxerra Bustillo Kastrexana,
autor de “Guía de la Conquista de Navarra en 12 escenarios”
[Publicado para www.nabarralde.com]

2 comentarios:

  1. Que Castilla y Aragón se repartieron Navarra creo que es algo evidente para cualquiera que analice la historia sin vendas ideológicas. Y que ese reparto tuvo que estar obligatoriamente precedido de una conquista me parece de sentido común: "Señores castellanos y aragoneses, les regalo mi reino para que se lo queden por la cara", simplemente ridículo.
    Ahora bien, hablar de "una operación político-militar de Estado, del Estado Castellano-Aragonés concretamente" también me parece absurdo si tenemos en cuenta que nos estamos refieriendo al S. XVI, varios cientos de años antes de que apareciensen los estados.
    Por otro lado, hablar de "libertad" hace 500 años es otro dislate, pues todos estos conceptos que ahora asimilamos con la libertad son asimismo muy posteriores e impensables hace cinco siglos.
    Sería mejor decir que sometieron y trocearon el reino que habría podido conformar en un futuro el embrión de un estado vasco que por desgracia no pudo ser, y el pueblo vasco quedó desde entonces fragmentado en distintos marcos políticos.

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    1. Me encanta que me hagan críticas constructivas como ésta. Es cierto que no se trataba de estados modernos, como ahora los conocemos, pero el reino de Castilla o el de Navarra eran los estados europeos de la época.
      En cuanto a la libertad, en el contexto que se utiliza, es un sinónimo de soberanía o burujabetasuna, en euskara. O de independencia, como más guste. No se habla de libertades individuales, sino de la capacidad de autogobierno de una nación, en este caso Nafarroa, sin imposiciones externas.
      Un saludo

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