2011/07/09

Sonrisas soberanistas

El juicio que se ha desarrollado durante las dos últimas semanas en Madrid ha vuelto a poner de manifiesto la capacidad política del independentismo frente a la cerrazón del Estado español. Estaban tan cómodos en la anterior situación, gestionando sus bazas frente a una estrategia político-militar difusa, que no lograba cuestionar la situación de fondo, que ahora no son capaces de reconocer el cambio que se ha operado y persisten en aplicar sus viejas plantillas a un escenario donde ya no sirven.

Las intervenciones de Rafa Díez Usabiaga, Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria han sido tan contundentes en la defensa de una estrategia pacífica y democrática, que los servidores del Estado se ha quedado con el pensamiento en Babia. Pero es que, además, las declaraciones de sus peones policiales no han aportado pruebas de ningún tipo, ni siquiera indicios, tan sólo sospechas y conjeturas.

Arnaldo Otegi epaiketan. www.noticiasdenavarra.com
En cualquier país europeo mínimamente democrático, nunca se habría llegado a la vista oral de un caso como el denominado "Bateragune", ya que el archivo de la causa, por su propia inanidad, habría sido inmediato. En el Estado español, sin embargo, hemos asistido al bochornoso espectáculo protagonizado por una fiscalía al servicio de los poderes estatales, que ha insistido, contra toda lógica, en pedir diez años de cárcel para Otegi y Díez Usabiaga, amén de penas algo inferiores para Zabaleta, Jacinto y Rodríguez.

El alegato final de Arnaldo Otegi, pidiendo a los independentistas que sonríamos, porque vamos a ganar, es la mejor constatación de que la batalla política está ganada, y además por goleada. Si tras diez años de Ley de Partidos, de ilegalización, de detenciones y de represión, la izquierda independentista ha logrado obtener 313.000 apoyos en Hego Euskal Herria, nadie la puede parar ya, salvo los tanques de la Brunete real. Y en Europa no se admitiría, a estas alturas,  una intervención militar para sofocar lo que viene, la independencia.

Podrán mantener encarcelados a los artífices de la nueva estrategia independentista, podrán retrasar el estallido del proceso soberanista por un tiempo, pero con medidas de fuerza no van a conseguir impedir que este pueblo alcance su libertad, más temprano que tarde. Al contrario, van a lograr que el proceso se acelere, aumentando entre la ciudadanía el deseo de soltar amarras con un Estado que, en vez de plantear soluciones, tan sólo ofrece problemas.

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