2011/04/04

Nuevos desafíos

Muchos ciudadanos escuchan de labios de los representantes políticos y de los medios de comunicación palabras que hablan de la conformación de un nuevo escenario político. La palabra nuevo arrastra consigo toda una nube de significados sexys, que hacen atractiva cualquier mercancía, incluso la que está averiada. Basta fijarse en los productos expuestos en las estanterías de los supermercados que pretenden atraer nuestra atención con un anuncio en letras de colores chillones en el que se expresa ese concepto. Berria, nuevo, new, es la fórmula irresistible, casi tanto como la de dohain, gratis, free.

Pues bien, ante la inminencia de ese nuevo escenario, da la impresión de que hay actores políticos que se sitúan con fórmulas viejas, utilizando manuales de épocas pasadas. Pero ese no es el camino. A nuevos tiempos, nuevos modos de intervenir. En muchas ocasiones, la tendencia a utilizar gastadas estrategias obedece a los miedos que suscita lo desconocido, lo nuevo. Un ejemplo paradigmático es la maniobra de aggiornamiento protagonizada por la coalición Aralar-PNV-Independientes para las elecciones locales y forales en Nafarroa Garaia. No son los que eran, pero se agarran a una imagen exitosa, añadiendo el año de nacimiento de la entente: "NaBai 2011". Es un juego para decir que no es lo mismo, pero a la vez mantener el señuelo de lo que fue. Se trata de una fórmula vieja para afrontar nuevos retos. Veremos cual es el resultado y hasta dónde alcanza el esfuerzo de marketing y el enmascaramiento de los cambios que se han producido en el pacto electoral navarro.

Pero no voy a dedicar este comentario a hablar de partidos políticos, alianzas y todo eso. Ya habrá tiempo cuando se vayan aproximando las elecciones. De lo que quiero tratar es de la conformación de ese nuevo escenario político, al que va a contribuir de forma decisiva la nueva estrategia de la izquierda independentista. Un escenario en el que van a cambiar muchas cosas.

La izquierda independentista conforma un espacio sociopolítico que está adquiriendo madurez. Pese a la represión sufrida por parte de los Estados español y francés, se ha ido construyendo un andamiaje político mucho más complicado de lo que puede parecer a primera vista. Un andamiaje del que forman parte ciudadanos, grupos, asociaciones diversas, un sinfín de agentes, unos de mayor tamaño, otros más pequeños, que han ido dotando de cuerpo a esa idea central que sustenta a todo el movimiento: la liberación nacional y social son las dos caras de una misma moneda liberadora.

Durante muchos años, incluidos los revueltos tiempos de la llamada transición, la izquierda independentista ha ido marcando una serie de esquemas de trabajo que, en líneas generales, han dado resultados positivos. Otras prácticas, en cambio, no han sido tan positivas e incluso han contribuido a alejar a sectores sociales comprometidos de las estructuras más militantes. Habrá un tiempo para estudiar el largo camino recorrido, analizarlo en profundidad y sacar las pertinentes conclusiones. Ahora, sin embargo, son otras las prioridades.

Reunir, abrir, innovar

Voy a esbozar algunas de las que considero relevantes en este momento de cambio. En primer lugar es indispensable reunir voluntades en una misma dirección. Desde posturas que en su origen pueden ser contradictorias, se pueden alcanzar unidades de acción eficientes y atractivas. Gentes que fueron en su día militantes del PNV se pueden juntar ahora con otras provenientes de una cultura política comunista. Socialdemócratas tibios, socialistas y comunistas pueden compartir bastantes más cosas de las que a priori puede parecer, sobre todo cuando nos encontramos ante el embate radical del neoliberalismo.

Otro premisa fundamental es la de abrir las mentes a diferentes experiencias políticas que en un pasado han podido ser minusvaloradas e incluso despreciadas. La cultura política que se desprende de una organización abierta, con congresos, asambleas nacionales, afiliación, etc, es perfectamente compatible con la trayectoria histórica de la izquierda independentista, aunque en los últimos años no haya sido así. Salvando las distancias y los contextos, partidos históricos como ANV, HASI o LAIA corroboran esa premisa, pero una realidad tan actual como el sindicato LAB la demuestra en su funcionamiento diario. Conozco gentes de contrastada militancia que abogan por el mantenimiento del asamblearismo como una seña de identidad de todo el movimiento. Creo que ese asamblearismo ha sido en muchas ocasiones más formal que de fondo, desgraciadamente. Por eso es preciso corregirlo.

Una tercera premisa a establecer estaría relacionada con todo lo concerniente al modus operandi. Es necesario romper los viejos esquemas, las inercias derivadas de años y años de práctica. Los métodos de reunión, comunicación, movilización...deben renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos. De la muerte de Franco a nuestros días han pasado muchísimos años. No se pueden mantener los mismos modos de actuar. La izquierda independentista, que ha tenido que trabajar hacia dentro, por la represión y el marcaje que ha sufrido, tiene que trabajar en mucha mayor medida hacia afuera, sin complejos. Y en ese trabajo ideológico y de conformación de estados de opinión tiene que volcarse en la utilización de las nuevas herramientas que pone a su disposición el avance tecnológico. Se trata de pasar del pasquín al facebook, pero sin olvidarse de pisar la calle. La sociedad ha evolucionado, ha cambiado, nos guste o no, y si no se acompasa el paso a esa evolución se habrá perdido el pulso social, una de las mayores virtudes que ha tenido la izquierda independentista a lo largo de su historia.

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