
Ya tenemos las dos preguntas. Ahora sólo nos falta conocer las dos respuestas o las múltiples respuestas que se pueden dar. Es un asunto peliagudo, incluso para gente que sepa leer y posea un nivel de inteligencia elevado.
El caso es que, aparte del dilema de las preguntitas, que daría para mucho, lo verdaderamente decisivo es establecer si la iniciativa de Ibarretxe, al alimón con Azkarraga y Madrazo, va en serio y hasta las últimas consecuencias o por el contrario se trata de una nueva puesta en escena para epatar al electorado de cara a los próximos comicios.
Como no tengo pruebas a favor o en contra, me guiaré por la experiencia. Y diré, sin acritud, que el partido de Santoña, de los "Servicios", de los "Berrocis" y de Ardanza, no va a ser capaz de llevar el asunto adelante. Es más, me temo que se trata de una representación por todo lo alto, que culminará con unas elecciones autonómicas en las que el gancho fundamental de la campaña jeltzale será que Madrid no acepta la mano tendida por el lehendakari.
Sospecho además, que existe algún tipo de pacto no escrito entre la Moncloa y Sabin Etxea (Zapatero/Urkullu) por el que los dos polos realizan sus respectivos papeles sabiendo que la sangre no llegará al río. Cada uno jugará sus bazas con esmero y la única X a despejar será quién de los dos ocupa la poltrona de Ajuria Enea, si Patxi López o el candidato del PNV, que no tiene porque ser de nuevo Ibarretxe.
Entretanto, harán ver a la gente que se llevan rematadamente mal, que unos defienden la unidad de la patria española y los otros la soberanía vasca. Pero al final, se entenderán, como buenos socios que han sido en tantas otras ocasiones.
Ese es, para mí, el desarrollo del proceso de aquí a las elecciones de la CAV. Ahora bien, lo inmediato será la votación en el Parlamento de Gasteiz, qué postura tomará cada partido en la misma y hacia dónde se dirigirá la estrategia de unos y otros durante el verano y el otoño.
Y voy al titular de este comentario. Yo no le compraría un coche usado a Ibarretxe, por supuesto que a Patxi López tampoco. Con ello quiero decir que no me creo las buenas intenciones del lehendakari en este asunto. Ello no obsta para que comprenda que, ante la votación de finales de junio, la única postura que puede adoptar la izquierda independentista sea la de dar el sí al proyecto de consulta. Eso sí, exigiendo seguidamente que se lleve a cabo la consulta con todas las consecuencias, aunque sea declarada ilegal por Madrid. Cuestión aparte es qué consigna de voto se emitiría en el caso hipotético de que la consulta se hiciera efectiva el 25 de octubre.
Mejor ocasión que ésta para realizar un gesto colectivo de desobediencia civil no vamos a tener en años. Se trataría de desbordar al PNV desde la coherencia soberanista, mediante el acuerdo con otros sectores como ELA y EA, si estos agentes se muestran dispuestos a hacer ese viaje de una vez por todas.
Posdata: Probablemente todo esto sea un mal sueño de una noche de mayo, pero ahí queda.