El portavoz oficial del PNV, Iñigo Urkullu, ha asegurado esta semana que «al PNV, en estos momentos, le consta o no tiene duda de que la izquierda radical tiene las suficientes siglas, sean durmientes ya inscritas o registradas, como para poder presentarse a unas cuantas elecciones». El político encartado añadió que «si quiere» la izquierda abertzale estará presente en las elecciones. Esta es la postura oficial de una formación que dice estar en contra de la Ley de Partidos, que dice estar a favor de la unidad territorial de Euskal Herria, que dice estar a favor del euskara, que dice que tiene un programa progresista, que dice muchas otras cosas, pero que suele hacer justamente las contrarias.
Son tan listos sus máximos responsables, que aparte de conocer al dedillo las siglas durmientes de la izquierda abertzale, también saben de buena fuente, en este caso el radical Joseba Egibar, que ETA va a sacar un comunicado para Aberri Eguna, y además parece que su responsable máximo se sabe de memoria el número de teléfono del Palacio de la Moncloa. Lo que aparentan desconocer totalmente son los chanchullos en la Hacienda de Irun, los pisos y villas del candidato a Diputado General de Gipuzkoa o los continuos navajeos internos que se producen en el partido centenario.
Porque si nos ponemos a hablar de siglas durmientes se nos aparecen un montón en el entorno jelkide. Siglas como SP, de Scottish Power, empresa escocesa comprada por Iberdrola con la ayuda de Josu Jon Imaz. Euskaltel también es una sigla muy conocida en Sabin Etxea, gracias sobre todo a la labor de Ardanza, con chalet en Urdaibai y apartamento en la Costa del Sol, para que digan de Jauregi. ¿Les suena la sigla EiTB de un tal Ortuzar? Es una sigla muy apreciada en el partido, por su encomiable labor de apoyo al mismo. ¿Y la sigla BBVA? Ah, sí, un gran banco "vasco" donde tiene elevados intereses el partido, al igual que los tiene en otras siglas muy similares, BBK, dirigidas por Xabier de Irala, hombre muy ligado por tradición familiar a otras siglas, estas menos euskaldunes, CIA, ¿les suenan de algo? La lista sería interminable. Ahí está también la Kutxa del señor Etxepare, con patrióticos intereses inmobiliarios en Murcia, ¡qué cosas! La sigla OM, de Operación Malaya claro, también ronda por ahí, ¡y es que se elige cada socio!
Pero si miramos para atrás, a la historia jelkide, nos encontramos, en los años veinte del pasado siglo, por un lado con Comunión Nacionalista Vasca, CNV, de Ignacio Rotaeche, y por el otro con Aberri, de Luis Arana Goiri, el hermanísimo. Y también nos sale la SOV, la Solidaridad de Obreros Vascos de Policarpo de Larrañaga. Y el Jagi-Jagi de la República y la guerra, más independentista que nadie. EAB es otra sigla ¿durmiente? de EAJ-PNV, la de las mujeres abertzales, Emakume Abertzale Batza, sinónimo esta última de la maldita batasuna. Y para siglas gloriosas las EGI, Eusko Gaztedi del Interior o Indarra. También debería de recordar Imaz que existió un EGI-Batasuna, nombre maldito hoy en día, muchos de cuyos militantes entraron posteriormente en ETA.
Y no podemos pasar por alto que la misma JEL (Jaungoikoa eta Lege Zaharra) es una sigla durmiente, por si se tuercen las cosas, que nunca se sabe. Pero otra que me parece preciosa y digna de mejor uso es la que se empleó a la hora de recomponer el partido tras "la muerte del abuelo Pachi", que dicen algunos: BTI No es una marca de bicicletas, no, es el lema de la refundición. Batasuna Ta Indarra, muy acertado talismán. Lástima que con esa batasuna del principio del lema, ahora mismo no colaría en el registro del Ministerio español de la Gobernación que preside un tal Pérez Rubalcaba. Al fin y al cabo puede ser una señal del cielo que la palabra unidad sea ahora sinónimo de maldad en esta tierra vasca donde marcar la diferencia de pueblo, de barrio e incluso de portal, es costumbre tan arraigada.
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