La confirmación de que en las próximas legislativas para la Asamblea Nacional francesa habrá una candidatura abertzale conformada por Abertzaleen Batasuna, Eusko Alkartasuna y Batasuna, debe ser recibida como una buena noticia, en medio de un panorama repleto de despropósitos, del que fueron buen reflejo las intervenciones de Imaz y Errazti en el pasado Aberri Eguna, centradas ambas en la crítica a la izquierda abertzale. Por cierto que lo realizado, de forma humilde, en Irun y Hendaia, gracias al colectivo Zazpiak Bat, es un paso en la dirección adecuada. Se ha logrado que al menos un día al año podamos sentirnos vascos junto al río que nos une, sin más condicionamientos estériles.
Pero a lo que ibamos. La candidatura Euskal Herria Bai, en cuyos trabajos preparatorios participó el PNB, es una esperanza para los territorios del norte, tan castigados por el desánimo, el olvido y la desidia durante demasiado tiempo. Es cierto que la ausencia de los jelkides de Imaz hace que la foto no sea redonda, pero al fin y al cabo, ellos se lo han buscado, poniendo como excusa el atentado de Barajas, haciendo de ETA y Batasuna un todo, y despreciando las ansias de unidad abertzale que se respiran en Lapurdi, Zuberoa y Behenafarroa.
Tras la negativa de EA para acudir en coalición con el PNV en la Navarra Occidental, lo acontecido ahora supone un segundo traspiés para los jelkides, que tan sólo parecen mantenerse en coalición en Nafarroa Garaia, territorio en el que su peso electoral es mínimo, pero al parecer el económico les da influencia.
Quienes tan pocos problemas tienen a la hora de apoyar los presupuestos del PSOE y quienes tan ardientemente apoyan su política en el llamado proceso de paz, deberían meditar un poco sobre su estrategia general, darse cuenta de que tal vez se están equivocando, y, por una vez siquiera, priorizar los intereses nacionales sobre los partidistas. Ya sé que todas las apelaciones de este tipo que se les hacen suelen caer en saco roto, pero al menos los seguidores de Joseba Egibar pueden llegar a sentir algo de vergüenza y tal vez puedan influir internamente para que las cosas cambien en el futuro.
El programa de mínimos que defenderá Euskal Herria Bai -marco institucional propio, apoyo al euskara e instrumentos para el desarrollo- puede ser asumido sin problemas por el PNB. Aún está a tiempo de hacerlo, pero mucho me temo que, como casi siempre, sea incapaz de dar ese paso valiente y en cambio se siga refugiando en fórmulas obsoletas e inmovilistas.
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