A punto de cumplirse los 25 años de la clausura por la fuerza del diario EGIN, nos llegó esta semana la noticia del fallecimiento de su último director, Jabier Salutregi Mentxaka Salu. Sabíamos que su estado de salud era delicado, pero siempre se confía en que el enfermo se sobreponga, sobre todo si se trata de una persona de gran fortaleza como era el caso de Salu. Desgraciadamente no ha sido así y en el trance perdemos a un protagonista del periodismo vasco de las últimas décadas. Un personaje maltratado por el aparato represor del Estado español, empezando por el juez Baltasar Garzón, que le envió a prisión acusándolo de relación con ETA.Jabier Salutregi. naiz.eus
Era la puesta en práctica de la maliciosa teoría del "Todo es ETA", fabricada con impudicia por el ex ministro Juan Alberto Belloch, y seguida a pies juntillas por el retorcido Garzón. El delito de Salu era haber sido a la sazón el director del único periódico que no obedecía las consignas ministeriales y que plantaba cara a la política destructiva del Partido Popular de José María Aznar. Teoría que, hay que decirlo en esta hora póstuma, abrazaron con entusiasmo el lehendakari José Antonio Ardanza, su consejero Juan María Atutxa y la propia Ertzaintza.
Y es que en la hora de la despedida del capitán Salu, como partícipe de su equipo de redacción desde el año 1992 hasta el cierre gubernativo en 1998, tan solo me queda decirle: eskerrik asko. Fue un honor y un privilegio trabajar a sus órdenes, aunque siempre me quedará el regusto amargo de no haber podido continuar trabajando bajo su liderazgo en la etapa de "Gara". Pero esa es otra historia.
Salutregi pagó con casi ocho años de cárcel la osadía de ser un periodista libre y un abertzale coherente. Fue un hombre valiente y añadiría que tozudo, pero siempre educado y con un gran sentido del humor. Una persona directa, sin amaños, que decía las cosas a la cara y analizaba la situación política vasca con la sabiduría de un estratega. Sabía distinguir entre enemigos y adversarios, confiaba en los jóvenes y nunca te preguntaba de qué pie cojeabas, porque lo sabía de antemano, y además, le daba igual.
Nos queda el pequeño consuelo de que en el viejo solar de Eziago, al borde de las bravas aguas del Urumea, permanecerá vivo el espíritu de un periodista indomable que supo defender la causa de la libertad por encima de todas las cortapisas institucionales y represivas, pagándolo con generosidad en sus propias carnes.
Eusko lurra arina izan dakizula, zuzendaria.
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