2022/07/27

El método Bouffier

Nos estamos quedando secos. Navarra ha sufrido (y sufre) incendios pavorosos. He sido testigo de varios de ellos, en plenas llamas, entre Los Arcos, Gares y Tafalla, y este mismo sábado he comprobado la destrucción de pinares entre Caparroso y Valtierra, una tierra negra, desnuda, y unos pinos requemados que difícilmente van a prosperar. Se trata, y no solamente en Navarra, de un acontecimiento decisivo de cara al futuro. Un acontecimiento que nos desafía como país. Que desafía a la humanidad entera.

Porque todos sabemos que las altas temperaturas sufridas este verano no son casuales, sino que responden a la evolución del clima planetario debido a la actividad humana que degrada a la naturaleza, especialmente con las emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2, el metano o el ozono, entre otros, El calentamiento global ya es un hecho comprobado por los estudios científicos. Quienes lo han negado deberían reflexionar un minuto y reconocerlo.

Incendios siempre hemos sufrido, pero el hecho relevante es que ahora, por la sequedad del terreno y de la vegetación, arden con una rapidez inusitada, que los hace muy peligrosos a la hora de atacarlos para su extinción. En unas pocas horas se calcinan hectáreas de bosques sin que los medios de protección sean capaces de atajar el fuego. Es necesario reforzarlos con mayores dotaciones de personal y con más medios técnicos, terrestres y aéreos, por supuesto. Pero sobre todo hace falta una política de prevención, limpiando los bosques, retirando la biomasa sobrante, manteniendo y ampliando los cortafuegos, o usando el pastoreo como modo de control de la maleza, que en veranos como éste se convierte en yesca.

Un amigo que guarda una larga experiencia en las labores de extinción de incendios a bordo de un helicóptero, me apunta que además sería necesario aumentar los puestos de vigilancia. La clave, me añade, es detectar el humo incipiente de un fuego y acudir al lugar con los medios necesarios para atajarlo en sus inicios. Cuando adquiere volumen y las llamas se elevan al cielo, es ya muy difícil contener el progreso imparable del incendio.

Toda esta cuestión de las olas de calor y los incendios asociados me ha hecho recordar un de los mejores textos que se han escrito sobre la recuperación de los espacios naturales. Se trata de un pequeño cuento dado a la imprenta en 1953 por el escritor francés Jean Giono: "El hombre que plantaba árboles". El autor relata como en un viaje por paisajes solitarios de la Alta Provenza se topó con Elzéard Bouffier, un pastor de ovejas que se había propuesto una labor homérica, devolver a la vida aquellos áridos parajes en los que vivía en casi absoluta soledad. Para ello empleaba su esfuerzo, un bastón metálico y bellotas, Según iba caminando iba haciendo orificios en el terreno y depositando en ellos las semillas. Al final de su vida Elzéard había plantado cientos de miles de robles, hayas y abedules y transformado en bosques lo que antaño eran eriales. Además, los arroyos volvieron a bajar agua y varios pueblos abandonados fueron reconstruidos y habitados de nuevo. El milagro se había consumado.

¿A dónde quiero llegar? A la conclusión más positiva sobre el problema. Aún estamos a tiempo, se pueden hacer muchas cosas para evitar el desastre final. Pero hace falta que la gente que defiende el común, o sea lo que a todos pertenece, se lo proponga. Ni la ONU, ni Joe Biden, ni Vladimir Putin, ni la NATO, ni la Unión Europea, van a hacer nada práctico para combatir la emergencia climática. Tendrá que ser la movilización silenciosa y efectiva de miles, de millones de Elzéard Bouffieres quienes se planten, digan basta y se pongan manos a la obra para darle la vuelta al calcetín. No podemos seguir dando tumbos como si nada estuviera ocurriendo. Tenemos delante de nuestras narices el problema principal del planeta (junto a la desigualdad y la injusticia social) y hasta hora nos hemos limitado a quejarnos y tirarnos de los pelos mientras vemos cómodamente sentados los noticiarios de la televisión. 

Y les propongo un sencillo primer paso, leer el librito de Jean Giono. Una delicia que les insuflará ánimos para ver la situación desde una perspectiva práctica y enérgica. Una lectura de la que no se arrepentirán. ⧫

Irakurri zuzenean: Zuhaitzak landatzen zituen gizona - Jean Giono

Leer en directo: El hombre que plantaba árboles - Jean Giono

Lisez in direct: L'Homme qui plantait des arbres - Jean Giono


 

   

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