Mikel Cabieces, Rafael Alkorta, Mario Fernández y Carlos Bueren. Foto: www.naiz.eus |
Un personaje que tras su paso por la política, sirviendo fielmente a Eusko Alkartasuna y al PNV, dio el salto a la banca como responsable de asuntos jurídicos del BBVA, de donde perpetró su gran salto a la BBK, hoy Kutxabank. Mientras tanto tuvo tiempo para ser consejero de Repsol, la empresa en la que ha hecho carrera otro ex político que estuvo en el Gobierno Vasco, Josu Jon Imaz. Una mera coincidencia, supongo.
Nos escandalizamos por el caso de Penelope, la esposa de François Fillon, candidato republicano a la presidencia francesa, que cobró importantes cantidades de dinero por un supuesto trabajo de asesora parlamentaria que nunca desempeñó, y resulta que teníamos aquí mismo, delante de nuestras narices, a un precursor como Cabieces, un funcionario del PSE-EE, arrimado a los puestos públicos desde que logró la alcaldía de Portugalete. Ni uno ni otra trabajaron, aunque la francesa sacó en limpio 800.000 euros y el nuestro apenas alcanzó los 240.000. Todavía hay clases.
En su afán por convencer al tribunal, Mario Fernández ha explicado que desde 1997 hasta 2012 llevó escolta, condición que le hacía ser más sensible a las personas que habían estado en puestos de relieve en la "lucha antiterrorista". Tal vez sea esa la razón de haberse decantado por Carlos Bueren a la hora de construir su defensa. Mira que había abogados en el país que le hubieran defendido con solvencia, incluso algunos de ellos ex compañeros de fatigas. Pues no, tiene que fichar a Bueren, uno de los jueces estrella de la Audiencia Nacional en los peores años de la institución, años en los que tomó declaración a decenas de detenidos con síntomas de maltrato sin mover un solo músculo de su cara.
Al final, como en tantos y tantos casos de corrupción que estamos presenciando en los últimos años, se trata de favorecer a amigos, familiares o deudos mediante el uso desordenado y hasta pornográfico del dinero de todos. En unos casos las cantidades son mayores, en otras menores, pero siempre coincide que la generosidad en la entrega de emolumentos va directamente ligada con la condición de que esos emolumentos sean ajenos al bolsillo propio. Que lo hagan está mal, muy mal, pero que encima se escuden para justificarlo en argumentos tan capciosos como la "lucha antiterrorista", esgrimiendo actitudes de oenegé solidaria con supuestos desamparados como Cabieces, resulta indignante. ⧫
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