"La autocrítica es signo de fortaleza y de madurez política"
Arnaldo Otegi
Arnaldo Otegi
¿Ha intentado el lector apresar el agua con un colador? No es posible. Tampoco es posible cambiar de estrategia política manteniendo esquemas de trabajo que provienen de la anterior. A nuevos tiempos, nuevas formas de funcionamiento, nuevas actitudes, nuevos compromisos. En principio parece un cambio lógico, casi natural, pero la realidad nos dice que no lo es tanto. Que las inercias son mucho más poderosas de lo que pudiera parecer. Y en esas estamos.
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Es evidente que los redactores del informe Abian, dado a conocer recientemente a propios y extraños, han realizado un novedoso esfuerzo por integrar en el texto algunas de las críticas que se les han hecho llegar desde diferentes puntos de nuestra geografía. Apuntan maneras en algunas fases del documento, pero no deja de ser una tímida aproximación a la realidad. Se da cuenta de la parte más visible del iceberg, pero no se hace mención al hielo que se mantiene intacto en las profundidades.
En política se pueden tener ideas más o menos brillantes, poner en marcha estrategias vencedoras y acometer tácticas que confundan al enemigo. Pero para que todo eso obtenga resultados reales en la sociedad a la que se dirige, tiene que darse una imbricación íntima con lo que se ha convenido en denominar bases, la gente llana de los pueblos y barrios de nuestro país, los verdaderos protagonistas de esta historia. La gente del común.
Se habla de verticalidad y de horizontalidad en el informe citado. Se habla sí, pero con mencionar el problema no se resuelve. Es necesario poner medidas correctoras, que en este asunto concreto deben pasar por darle la vuelta al calcetín. Tiene que ser la dinámica de base la que alimente el trabajo y la forma de actuar de quienes representan al corpus político de la izquierda abertzale en instancias superiores e institucionales. No puede ser que la actividad se limite a lanzar proyectos, consignas o propuestas desde arriba hacia abajo, esperando que el mecanismo funcione de manera automática. Ese esquema puede funcionar durante un tiempo, incluso durante mucho tiempo, pero llega un momento en el que, sin que se sepa muy bien la razón, deja de hacerlo y quiebra. Es probable que estemos asistiendo a ese momento de ruptura.
Tal vez la izquierda abertzale haya querido abordar al mismo tiempo demasiados quehaceres en estos últimos años: organizativo, institucional, jurídico, alianzas, presos y exiliados, etc. Y quien mucho abarca, poco aprieta. En vez de ir paso a paso, resolviendo una a una las incógnitas del crucigrama, se han querido afrontar demasiadas causas a la vez y al final casi todas han acabado por atascarse. Nadie dijo que fuera fácil la maniobra de hacer virar el transatlántico 180 grados, pero lo cierto es que se han abierto vías de agua impensables hace cinco años.
La más importante de todas no reside en la aparición de colectivos que discrepan de la línea mayoritaria y cuestionan abiertamente la estrategia ganadora del proceso Zutik EH, sino que reside en los miles de mujeres y hombres que apostaron en su día decididamente por ese proceso y ahora se encuentran confundidos, desganados y hasta desengañados.
La desazón se ve multiplicada por la falta de canales que trasladen ese malestar a las instancias correspondientes con rapidez y eficiencia. Tan solo con vehiculizar esas inquietudes se aliviaría en buena parte el problema, pero da la impresión de que sigue habiendo miedo a abrir esos cauces. Una posición que resulta aún más llamativa tras la revolución tecnológica que representan las redes sociales, los blogs interactivos, las páginas alternativas y, en fin, todo un mundo de actividades y opiniones que es ya imposible encorsetar y mucho menos ignorar.
Estamos en un tiempo nuevo -el terremoto Podemos es buena muestra de ello- y a la vez estamos a tiempo de poner en marcha las medidas necesarias para que quienes defienden como proyecto político vital una Euskal Herria socialista e independiente recobren las ganas de tirar hacia adelante sin más cortapisas. En este país hay energía libertaria de sobra para superar las inercias, arrinconar la política viejuna y apostar por otra forma de hacer las cosas. Pero es necesario liberar esa energía para que sus olas arrastren todo lo inservible.
PD: La salida hoy de la cárcel de Arnaldo Otegi Mondragón - Ongi etorri etxera- puede ayudar, sin duda, a llevar adelante propuestas de renovación a fondo en la izquierda abertzale. Sus palabras sobre la necesidad de autocrítica parecen bien encaminadas. Sin embargo, fiarlo todo al liderazgo del militante de Elgoibar sería un nuevo error, sobre todo teniendo en cuenta que el problema es tan profundo.
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