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Sobre el fondo de la cuestión, es decir, la vuelta del partido de Pablo Iglesias y Largo Caballero a sus supuestos orígenes de izquierda, surgen enormes dudas al respecto. El mero hecho de que haya sido Pedro Sánchez Castejón el candidato elegido, propicia la desconfianza. Sin duda era, de los tres que se presentaban, el que cuestionaba en menor medida la anterior trayectoria encabezada por Pérez Rubalcaba. Moderado en lo socioeconómico y alineado con las tesis andaluzas en la cuestión territorial, pocas novedades se pueden esperar de su mandato.
El trasvase de votos, tradicionalmente ligados al PSOE, a otras listas como Izquierda Unida, Podemos o Ciudadanos ha hecho saltar las alarmas internas de una formación centenaria que teme más que a un nublado la comparación con la trayectoria errática de sus colegas helenos del PASOK, hoy en día una mera anécdota en el escenario político griego.
Pero desde Euskal Herria nos interesa más conocer la alternativa al llamado estado de las autonomías que plantea Sánchez. Un modelo presentado como federalista, al menos en el lenguaje, que no acaba de ser desarrollado al detalle negro sobre blanco. Lo que si sabemos es cómo piensa Sánchez en relación al independentismo. Esta mañana lo ha dejado claro en su discurso ante los congresistas: "Tenemos que erradicar de España el terrorismo de la violencia de género, el paro y el independentismo". Más claro, agua.
Poner al independentismo, una alternativa política legítima y democrática, en el mismo nivel de malignidad que la violencia de género y el paro, constituye toda una declaración de intenciones de quien muestra más tics jacobinistas que federalistas. Da la impresión de que sacar ahora a la palestra el señuelo federalista no es más que una mera operación de distracción para ganar tiempo en la lucha de fondo contra los independentismos catalán y vasco.
Si a eso le añadimos que los únicos representantes vasco-navarros en la nueva ejecutiva de su partido son Patxi López y Roberto Jiménez, dos representantes del PSOE viejuno y fracasado, muy poco tenemos que añadir.
A Pedro Sánchez Castejón habrá que concederle cien días para emitir un juicio ponderado sobre su manera de llevar las riendas del PSOE, pero el apoyo explícito que le han concedido portavoces del PSOE más unitarista y jacobino como Susana Díaz y José Bono invita a pensar en que nos encontramos con una nueva ración de más de lo mismo.
En Euskal Herria no interesa a nadie lo que diga este Pedro Sanchez, fotocopia de Felipe Gonzalez Marquez. En todo caso te podrá interesar a ti, que le das "100 dias de confianza".
ResponderEliminarMis cien días eran tan solo un recurso retórico; la suerte está echada, como bien dices.
EliminarEskerrik asko zure iritzia emateagatik
Entonces señal de que he interpretado mal el escrito. Pido disculpas por ello.
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