Camino empedrado

Nos temíamos que el camino no iba a ser fácil, incluso que iba a presentar unas cuantas dificultades. Contábamos con ello. Pese a la naturaleza del conflicto político vasco, que es anterior a la existencia de la organización ETA, y que continuará el día que ésta desaparezca -si así lo decide-, considerábamos que se iba a producir un deshielo en Madrid y París. Que sus respectivos responsables de Interior iban a diseñar una serie de medidas tendentes a rebajar la tensión. ¡Qué equivocados estábamos!

Sin necesidad de hacer un repaso exhaustivo de todo lo acontecido desde la declaración de cese de actividades de ETA, fijándonos solo en noticias de estos últimos días, podemos sacar algunas conclusiones. La decisión del Tribunal Constitucional español de no suspender la estancia en prisión de los cinco independentistas condenados en el llamado "caso Bateragune", mientras se resuelve el recurso sobre el fondo de la sentencia, es una primera constatación de la cerrazón. El anuncio de la próxima apertura en septiembre de la vista oral del llamado "caso de las herrikos", en la que se pide cárcel para 40 miembros de la izquierda abertzale, es una segunda muestra de la ofensiva. La noticia que habla de un incremento del 7% de la presencia policial española en Euskal Herria en los tres últimos años es otro aldabonazo. La detención de dos ciudadanos en Urnieta y Andoain, a los que se les imputan hechos supuestamente cometidos en 2002, representa una piedra más en ese camino empedrado que diseñan de forma coordinada Jorge Fernández Díaz y Manuel Valls.

Mikele Bustillo argazkia

Algunos, pese a tener ya una edad, guardamos una pizca de ingenuidad que nos lleva a confundir deseos y realidad. Pensábamos que el supremo acto de distensión realizado por ETA en octubre de 2011 sería respondido en justa medida por los Estados a quienes les concierne hacerlo. Es cierto que en la sociedad vasca se están dando pasos positivos, como el reciente Foro Social o las innumerables iniciativas pacíficas y democráticas que reclaman un proceso de paz justo. Pero en el otro lado no escuchan, encastillados en el doble argumentario sobre el dolor de las víctimas y la larga lista de muertos que recaen sobre las espaldas de ETA.

La estrategia liderada por el PP, que cuenta con el apoyo entusiasta del PSOE y UPyD, se centra en negar la existencia de cambio alguno en la situación, en continuar como si ETA no hubiera decidido cesar en su actividad armada y en mantener intactos los niveles de represión de épocas pasadas. Todo ello con la complicidad de la gran mayoría de medios, que conocen de sobra que las encuestas situan al asunto vasco en puestos poco relevantes entre las preocupaciones de los españoles.

Sería de necios no reconocer que esta cadena de piedras está generando inquietud en sectores independentistas, que habían realizado una lectura más optimista de la evolución del proceso. Que detengan a unos jóvenes que estaban reconstruyendo su familia y su vida, a cuenta de supuestos hechos ocurridos hace ahora once años, cuando además ETA lleva más de año y medio inactiva, resulta demoledor. El número de presos no solo no disminuye, sino que aumenta. Sin embargo, la apuesta que realizó en su momento el conjunto de la izquierda abertzale es irreversible. Es necesario mantenerse firme pese a los desfallecimientos y los sinsabores. Los Estados estarían encantados con una vuelta atrás, con la generación de divisiones, con la aparición de debilidades y dudas. Ellos nos están enseñando que el camino emprendido, aunque empedrado de obstáculos, es el que nos llevará en el futuro a acercarnos al objetivo de una democracia plena para Euskal Herria.