Suena de fondo en el tocadiscos "Distant fingers", la canción de Patti Smith Group incluida en su álbum Radio Ethiopia, del ya lejano 1976. Es una bella canción de amor, una de las más bellas podría decirse. Una canción que no han podido escuchar en estos años amigos y conocidos encarcelados en diferentes prisiones de España y Francia. Una canción que no tiene conexión con la política, ni con Euskal Herria ¿o tal vez sí?, pero que me parece una magnífica banda sonora para envolver una vieja reclamación popular: Presoak eta Iheslariak Etxera.
Les guste o no la música de Patti, lo que deseo para todos ellos es que puedan disfrutar cuanto antes de canciones como esta en su casa, rodeados de sus seres queridos, tranquilamente. Como a muchos no los conozco, o sé sus nombres sólo de oídas, citaré a algunos con los que he compartido buenos momentos o algún disgusto, que más da a estas alturas. Periodistas como Andoni o Fernando; alcaldes como Pablo; revoltosos como Patxo e Isidro; compañeros como Xabier y Teresa; viejos rockeros como Carlos o Josemari...
Ellos, y todos los demás, están entre rejas por motivos políticos, por querer una Euskal Herria libre y socialista. Muchos vascos no han compartido sus métodos y estrategias (o han estado radicalmente en contra), pero entienden que una vez terminada la actividad armada de ETA, es tiempo de ir cerrando heridas. Es intolerable que pasado tanto tiempo desde el 20 de octubre de 2011, los Gobiernos español y francés no hayan dado ningún paso en positivo.
Para lograr que un preso enfermo terminal vuelva a su casa ha habido que pelear lo indecible. La resolución de Estrasburgo contra la aplicación de la llamada doctrina Parot, en vez de ser acatada, ha sido recurrida por Madrid. Ni se ha acercado a ningún preso a prisiones de Euskal Herria, ni se ha liberado a los enfermos, ni se ha tenido en cuenta la mucha edad de una parte del colectivo de prisioneros políticos vascos.
Desde diferentes ámbitos se siguen pidiendo gestos y movimientos a los presos, en relación con las víctimas, con la estrategia armada, con la petición de perdón. Es legítimo que se hagan esas peticiones, pero también lo es que se exiga al Gobierno una muestra palpable de que quiere emprender la vía de las soluciones, en vez de enquistarse en una politica de venganza que no conduce a ninguna parte.
Las miles y miles de personas que llenarán las calles de Bilbao de forma cívica no exigirán imposibles, sino pasos en la buena dirección. Pasos que permitan en un futuro que los citados más arriba y todos los demás puedan escuchar la canción que más les guste, en compañía de quienes ellos deseen, con los dedos entrelazados por encima de todas las distancias.
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