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Nunca he sido amigo de electoralismos desenfrenados y mucho menos de encuestas. La única que tiene algún valor es la real, la del domingo, pero tampoco es concluyente. No hace falta haber leído "La ley del número", de Ricardo Mera, para saber que es una proporción muy pequeña de la población total la que decide al fin y a la postre quien va a gobernarnos a todos, sea cual sea la postura adoptada ante las urnas.
Por lo tanto, sin querer entrar en prolijos porcentajes y en farragosas cifras, hay que hacer un sano ejercicio de relativización ante lo que nos espera a partir de la noche del domingo. Si se echa una mirada a las encuestas, la que más parlamentarios concede a una sola fuerza los eleva a 28, diez menos que la mayoría absoluta. Se trata del PNV, que cedería dos escaños respecto a los anteriores comicios, en los que no existió candidatura de la izquierda abertzale, aunque sí las hubo de Eusko Alkartasuna y Aralar, actuales integrantes de EH Bildu.
Quiero decir que lo más probable es que la fuerza mayoritaria sea en realidad minoritaria respecto al total del censo de la CAPV y no digamos respecto a su población, incluyendo en ella a abstencionistas y gentes sin derecho al sufragio, sea por edad o por origen.
Por cierto que en el reciente acuerdo entre Cameron y Salmond para pactar los términos de la consulta sobre la posible independencia de Escocia, gozarán de derecho a voto los censados mayores de 16 años, medida que habría que adoptar aquí de forma inmediata. En mi opinión, la franja de población comprendida entre los 16 y los 18 años debería poder ejercer el derecho a voto en todos los comicios, sin límite alguno.
Además, el sistema electoral con el que contamos es imperfecto por variados motivos. En lo que a estos comicios respecta, distrae la ecuación una persona=un voto, al establecer una cifra igual de parlamentarios para cada territorio (25), cuando la población de Gipuzkoa, y sobre todo la de Araba, es muy inferior a la existente en Bizkaia. A ello debemos añadir la utilización del método D'Hondt para dirimir el reparto de escaños; las listas cerradas y bloqueadas; el distrito electoral provincial y demás factores desequilibradores de lo que sería una democracia real o cuasidirecta.
Entretanto se realizan las reformas necesarias para perfeccionar el sistema electoral, nos encontramos ante un abanico de posibilidades que, a tenor de la opinión extendida en los medios, se resume en dos candidaturas con opciones al triunfo: EAJ-PNV y EH Bildu. Una bonita muestra de escritores, deportistas y politólogos ha dado la cara por el candidato Urkullu, por que le conocen y les otorga confianza. Tienen pleno derecho a hacerlo, pese a que algunos se hayan disculpado, insistiendo en que no han pedido de forma expresa el voto. No era ese el objetivo de ezagutzendudalako, claro está. El objetivo era que el candidato jelkide estuviera rodeado de personalidades que destacaran su perfil, un tanto plano, al parecer.
En mi caso, no conozco a Urkullu, sino a candidatos de la otra candidatura con opciones. A Laura Mintegi, a Xabier Isasi, a Periko Solabarria... gentes que me transmiten confianza y para quienes tampoco voy a pedir el apoyo de forma expresa. Porque lo tienen desde hace mucho tiempo y lo seguirán teniendo, sean o no candidatos.
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