Txomin Ziluaga gogoan
Una pregunta recorre los pensamientos de mucha gente de la izquierda soberanista conformada en las siglas EH Bildu: ¿hemos tocado techo? Y utilizo el término izquierda soberanista para incluir a todos los socios que integran la citada coalición y a los pequeños grupos que han pedido el voto desde fuera de la plataforma electoral, que también los ha habido.
Los resultados del pasado domingo han dejado un sabor agridulce, porque a la alegría de conformar una fuerza parlamentaria importante, con el 25% del voto emitido, se le ha unido la decepción de no haber protagonizado el sorpasso del que tanto se ha debatido durante los meses anteriores. El anhelo de ser la primera fuerza electoral en el ámbito en que se disputaban los comicios.
Son muchas las circunstancias que han concurrido para influir en que los resultados hayan sido los conocidos. Me limitaré a apuntar algunas de ellas, pero ciñéndome a la campaña en sí. En primer lugar hay que reconocer que el objetivo residía en ganar, o al menos, en disputar la victoria con el PNV. Nombrar una candidata a lehendakari, designar una especie de gobierno autonómico in pectore, hacerse la foto en el balcón del Hotel Carlton o las referencias a José Antonio Agirre como ejemplo de líder de un Gobierno Vasco plural, así lo confirman. Las propias intervenciones de Arnaldo Otegi terminan con la consigna de "sonreír, porque vamos a ganar". Ya sé que no se refiere a unas elecciones concretas, sino que lo expresa en sentido global, pero el poso ahí queda.
Cuando el objetivo es ganar o estar a punto de ello y los resultados lo desmienten, al obtener un magnífico segundo puesto, pero a seis escaños y unos 100.000 votos respecto al ganador, es evidente que algo no ha funcionado. No es la debacle, ni muchísimo menos, pero sería engañarse a uno mismo no reconocer que se esperaba algo más.
Tal vez uno de los déficits de la campaña haya residido en no señalar con claridad la composición de la coalición y el esfuerzo unitario que ésta supone. Me explico. Designar una candidata a lehendakari, por encima de las cuatro fuerzas presentes, supone priorizar esa apuesta sobre las entrañas de la unidad electoral. Al final, da la impresión que EH Bildu es una simple sucesora de anteriores formaciones de la izquierda abertzale, cuando supone un salto cualitativo respecto a esos proyectos. En EH Bildu, además de la presencia de la izquierda abertzale, se concitan otros vectores políticos, como Alternatiba, proveniente de Ezker Batua, Eusko Alkartasuna, proveniente del nacionalismo institucional y la propia Aralar, escisión en su día de Batasuna. Esa acumulación de fuerzas ha quedado en un segundo plano, se ha dado por hecha, lo que ha podido tener sus consecuencias a la hora de arrastrar el voto de antiguos votantes de algunas de las fuerzas concurrentes, como EA, Aralar y EB.
Todo el mundo sabe en este país que EH Bildu tiene un claro componente soberanista/independentista. No es necesario remarcarlo cada día, se da por conocido. Sin embargo, en una etapa de crisis económica galopante, ha podido faltar un perfil de izquierda social más nítido, si bien el programa presentado guardaba muchas virtualidades en temas como desahucios, salario mínimo, ayudas sociales, sanidad o educación. No obstante, la impresión que me queda es que no se ha potenciado lo suficiente esa vertiente. La prueba más clara es que, pese a ir en dos listas enfrentadas, las candidaturas de la izquierda "federalista" han reunido casi 50.000 votos.
En ese sentido, introduzco un apunte. La banca es una de las principales protagonistas de la crisis, a lo que se ha unido una política institucional disparatada, que ha derrochado importantes recursos públicos en obras faraónicas, algunas de ellas inservibles. Creo que la izquierda soberanista debe incidir con mayor firmeza en la necesidad de una banca pública y en la continuidad de Kutxabank como entidad financiera de carácter social. No se puede admitir que se homologue cada vez más al modelo del BBVA.
Otra cuestión que debe ser estudiada es la existencia de núcleos críticos que han podido mostrar su insatisfacción optando en esta ocasión por la abstención. Las causas aducidas para esa determinación pueden ser varias, como la falta de solución a la situación de los presos, la gestión institucional en Diputación y ayuntamientos, la nostalgia de planteamientos anteriores más izquierdistas o la misma suposición de que todo estaba hecho y un voto más o menos no va a ningún lado. Seguramente que algunos de quienes optaron por no votar estarán a día de hoy arrepentidos, pero ya no tiene remedio.
En todo caso, centrar en el tema electoral todas las cuestiones que implican la situación política vasca es un error. Más si tenemos en cuenta que se trataba de unas elecciones parciales en lo territorial. Probablemente algunos socios de EH Bildu están acostumbrados en primar las contiendas electorales sobre otros aspectos más estratégicos, pero no debería ser ese el pulso central de la coalición. Y me viene a la mente la práctica ausencia de Nafarroa Garaia e Iparralde en la campaña.
Y tras esta serie de apuntes, volvemos al principio del comentario. ¿Ha tocado techo electoral en la CAPV la izquierda soberanista? He recogido opiniones contrapuestas en mi entorno. Unos dicen que sí, teniendo en cuenta anteriores resultados, como la suma EH+EA en 1998 que dio 20 escaños, por ejemplo, mientras otros afirman que el bloque soberanista está en construcción y todavía puede aspirar a mejorar ese 25% del voto en las urnas.
Yo no me decanto por ninguna de las opciones y prefiero dejar la pregunta en el aire. A favor del sí está la circunstancia de que una ola como la que ha vivido este sector político es díficil que se vuelva a reproducir, incluyendo el anuncio del cese de la actividad armada por parte de la organización clandestina ETA. Siguiendo esa lógica, si ahora no ha podido ser, en el futuro todavía menos.
A favor del no, y por tanto de la posibilidad de romper el actual techo se une el desgaste que la gestión de la crisis acarreará sin duda al PNV; la imparable caída del PSOE o la incapacidad de la izquierda "federalista" en construir una alternativa creíble. Hay espacios políticos para crecer, sin olvidar a los núcleos abstencionistas ya citados. Otro factor a tener en cuenta sería la futura estructuración de Sortu como movimiento político estable y legal de la izquierda abertzale, que sin duda superará actuales carencias organizativas.
En resumen, la contestación a la pregunta que figura en el título de este comentario no puede ser estática sino dinámica. El que la respuesta se decante por el sí o el no estriba en los pasos que se vayan dando en el seno de las fuerzas presentes en la suma y en la propia coalición como tal. No hay más secretos que hacer las cosas bien; huir del electoralismo; realizar una gestión honesta allí donde se esté presente; evitar la querencia por poltronas y privilegios y mantener en todo momento la conexión con los votantes y la ciudadanía en general. El día en que se dejen de auscultar los latidos del corazón del pueblo, se acabará la acumulación de fuerzas.
Estekak:
- 21O: Resultados y reflexiones (y II) - Iker Casanova [gara.net]
A mi juicio hay un factor importante que no mencionas y que depende directamente de la izquierda abertzale.
ResponderEliminarEn la medida de que siga haciendo, además del trabajo institucional, "trabajo de calle" y aglutinando todas las luchas que se están dando y que se darán en el contexto de esta crisis será capaz de tener mayor soporte social.
En el momento en que se conforme con ser un partido parlamentario más al uso, adiós