Todos van por detrás

Presentación de "Euskal Herria Ezkerretik" en Gasteiz. Foto DEIA

El Ministerio español de la Gobernación ha convocado para mañana martes un encuentro "en el que habrá representantes del Ministerio Fiscal, de la Abogacía General del Estado, así como mandos de la lucha antiterrorista y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)" con el fin de estudiar y compartir las informaciones que manejan sobre la inminente presentación por parte de la izquierda abertzale de la solicitud para actuar legalmente como partido político. La información de la agencia Europa Press añade que otro de los objetivos de la cumbre es "contar con un relato de las maniobras realizadas hasta la fecha por el entorno de ETA, así como la estrategia que han diseñado para poder concurrir a los próximos comicios municipales y forales".

Nada bueno se puede esperar de semejante cumbre, que destella tanto espíritu  democrático como el recién derrocado gobierno tunecino. Pero es lo que tenemos enfrente y no conviene engañarse con el dibujo de escenarios paradisíacos. Va a costar. El Estado sabe que el terreno de juego más complicado para sus intereses es el político y por ello insiste en acotarlo, para impedir de ese modo que el independentismo regrese a las instituciones, especialmente a los ayuntamientos, con más fuerza que nunca.

En su huida hacia adelante, ante la inminencia de tener que pronunciarse, el ministro español de ¿Justicia? habla y no calla,  poniendo cada día una condición más para la legalización de la plataforma independentista. Tienen tan interiorizados en sus genes el genoma franquista que no pasa más de un minuto de conversación sin que les salga de la boca algún exabrupto predemocrático.

Dicho todo esto y echando un vistazo general al escenario actual, hay que señalar que la iniciativa política de la izquierda abertzale, -enunciado que no necesita de más precisiones para que todo el mundo sepa de qué hablamos- está consiguiendo un objetivo muy importante: dejar atrás a todos los demás agentes políticos. Todos, desde el Gobierno de Zapatero, pasando por el PP, el PNV, Aralar, etc, están actuando en contestación a lo que hace la izquierda abertzale y sus aliados. Podrán decir misa de puertas afuera, pero en sus cónclaves internos, tan sólo barajan un escenario, el que coloca a la izquierda abertzale como uno de los actores protagonistas del tablero político vasco (y español). Así de sencillo.

Los sucesivos pasos, demasiado lentos para los impacientes, demasiado rápidos para los nostálgicos, han conseguido alterar de nuevo la realidad política del país, rompiendo la situación de bloqueo en la que se encontraba, en parte también por errores a imputar a la propia izquierda abertzale. Pero de los procesos anteriores, que han sido ya unos cuantos, hay que sacar las correspondientes lecciones. Como bien dice Pérez Rubalcaba, el pasado no vuelve. La historia no se repite, es cierto. Pero ningún proceso anterior ha sido baldío. De todos ellos se pueden sacar enseñanzas: Txiberta, Argel, Lizarra, Loiola... Curiosamente el actual no tiene una ubicación geográfica concreta, tal vez porque por vez primera se está jugando en la totalidad del territorio de los vascos, en la Nafarroa Osoa con la que soñaba Telesforo Monzón.

El último paso, dado ayer mismo en Gasteiz, con la presentación del acuerdo estratégico "Euskal Herria Ezkerretik", rubricado por la IA, Eusko Alkartasuna y Alternatiba, no es sino una nueva confirmación de que mientras otros agentes siguen jugando a pequeña, anclados en viejos escenarios, otros agentes soberanistas e independentistas juegan a grande, liman diferencias, trabajan consensos y, encima, llaman a apoyar la huelga general del día 27, huelga que puede ser otro nuevo paso en la construcción nacional y social de este pequeño país europeo.

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