2010/11/02

¿Escépticos o miedosos?

Iñigo Urkullu y Josu Erkoreka, dirigentes de EAJ-PNV
Nos llega por varios medios el mismo soniquete: "Me cuesta creer que ETA vaya  a echar la persiana". Dos de los principales portavoces del mismo han sido Ramón Jáuregui, nuevo ministro español de la Presidencia y ex Delegado del Gobierno en la CAPV en tiempos de los GAL; e Iñigo Urkullu, actual presidente del PNV. ¿Por qué coinciden en el análisis y en el momento de expresarlo estos dos personajes? ¿Habrán almorzado juntos un día de estos?

El caso es que el proceso político al que estamos asistiendo no es gratuito para nadie. Unos agentes sacarán mayor provecho de los cambios, mientras que otros quedarán arrinconados o a verlas venir. Es algo consustancial a las grandes batallas políticas y ésta lo es, sin duda.

Todos sabemos que en el mapa político vasco interactúan cuatro grandes corrientes. La derecha estatalista (PP, UPN, UMP, MoDem), la izquierda estatalista (PSE, PSN, IU, PSF, PCF), la derecha vasca (PNV, H1!) y la izquierda abertzale (ex Batasuna, Aralar, EA, AB). Es un tablero difícil de gestionar hasta el momento y lo será aún más en el futuro, con un desbloqueo de las posibles alianzas a realizar.

Ahora mismo, el PSOE es aliado en la CAV y la CFN de la derecha, en una apuesta por reducir la fiebre soberanista que padece la población vasca. Se trata de una decisión de Estado, que ha intentado reducir la influencia política y social del nacionalismo institucional y enviar a las catacumbas a la izquierda independentista.

El cambio de paradigma que está construyendo en estos meses esa izquierda independentista, con la prevalencia de las vías políticas y democráticas, mediante una iniciativa unilateral no negociable, ha logrado paralizar ese proyecto y es probable que lo arruine a medio plazo. La mejor constatación de que esto es así reside en las nuevas relaciones adoptadas entre el Gobierno de España y el PNV, que han fructificado en pactos presupuestarios y en el desatasco de competencias estatutarias, así como en un intercambio de informaciones [y actitudes] respecto al proceso político vasco.

De ese intercambio de informaciones, protagonizado por Urkullu y Erkoreka de un lado y Rubalcaba y Jáuregui por el otro, se extrae la puesta en página de noticias y entrevistas en las que ambos agentes coinciden en su análisis sobre la evolución a futuro de la organización clandestina ETA.

Tanto unos como otros atestiguan su escepticismo, intentando enfriar el clima encendido por tantas portadas de periódico en estas semanas. Pero esa posición escéptica en lo público no tiene porque coincidir con la misma postura en lo privado. Rubalcaba y Jáuregui han dado muestra, en su dilatada carrera política, de poseer sobrados conocimientos sobre las coaclas del Estado. Esas enseñanzas, como caminar en bicicleta, nunca se olvidan. Es evidente que ni Urkullu ni Erkoreka gozan de la misma experiencia y que se encuentran en desventaja a la hora de sopesar estrategias. Puede que, una vez más, hayan sido objeto de una maniobra envolvente. Aún es pronto para confirmarlo.

En todo caso, existe otro importante motivo para que ambas corrientes adopten esa coincidente postura escéptica. Su irrefrenable miedo a perder poder político en este país. La mera hipótesis de que en las próximas elecciones exista una opción legal independentista, con posibilidades de éxito, les llena de zozobra. Habrá que contar con esa nueva variable de ahora en adelante.

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