2015/12/22

Sorpasso

Un fantasma recorre Euskal Herria, el fantasma de Podemos-Ahal Dugu. Si he tardado más de 48 horas en publicar estos apuntes urgentes sobre el resultado electoral, es porque aún no he asimilado el terremoto político que se ha producido el pasado domingo en nuestro país (y en Catalunya). Un terremoto protagonizado por una fuerza política de reciente aparición, sin apenas estructura orgánica, con muy poco presupuesto, pero que ha logrado aunar voluntades de cambio de forma incontestable. Algo habrá que aprender de ellos si se quiere remontar el vuelo, tras el sorpasso que han protagonizado. Y me refiero, claro está, al adelanto en las urnas que han realizado sobre Eh Bildu.


En mi entorno, compuesto por personas involucradas en la izquierda independentista, se ha venido ninguneando el papel de Podemos desde hace muchos meses, calificándoles de forma despectiva y argumentando que era una fiebre pasajera de una parte del electorado un tanto friki. Ahora, tras lo ocurrido el domingo, nadie puede sostener semejante análisis. Podemos ha barrido en feudos históricos de la izquierda abertzale, sin tener siquiera un comité provisional de organización en esos municipios. A modo de ejemplo se puede señalar que Podemos ha sido primera fuerza en 25 barrios de Bilbao, y siempre en los de mayor extracción popular/obrera como Otxarkoaga, Txurdinaga, Atxuri, Bilbo Zaharra o Errekalde, quedando rezagada en los de mayor nivel económico como Abando, Begoña o Deustu. La profundidad de la crisis económica vivida, aún sin superar, es un elemento a tener en cuenta a la hora de valorar esos datos.

Pero no quiero dedicar estas líneas al fenómeno Podemos, ya habrá tiempo de hacerlo, si no a la derrota sin paliativos que ha sufrido EH Bildu, la opción política que apoyé en mi anterior post. Precisamente ese último post venía obligado por los murmullos abstencionistas o pro Podemos, según zonas, que se intuían en diversos círculos de proximidad a la izquierda abertzale. Algo de esto se venía venir, es cierto, pero no en las dimensiones y con el calado con el que se ha producido. Una cosa es una pérdida puntual de votos y otra muy diferente dejarte más de un tercio de los mismos en unas elecciones, por muy estatales que sean.

¿Qué ha fallado? Creo que casi todo, ya que es la única manera de entender la debacle. Los males venían de atrás, del bloqueo de la situación en torno al llamado proceso de paz, del paulatino desplazamiento de EH Bildu hacia la política institucional, del excesivo peso de las posiciones de EA en la política diaria de la coalición y, en definitiva, de la falta de un motor de dinamización política que ocupe de forma consecuente y eficiente el vacío dejado por la estrategia anterior a "Zutik EH". La teoría del reemplazamiento de una estrategia por otra es brillante, pero en su concreción práctica no se ha logrado acertar, por desgracia.

A todo ello hay que añadir una evidente falta de mensaje social en la oferta de EH Bildu, centrada básicamente en el denominado "derecho a decidir", fórmula polivalente que también sacan a la palestra los competidores PNV y Podemos. La marca de diferenciación clara de la izquierda abertzale histórica, socialista y anticapitalista, no se ve, o no se subraya suficientemente. Incluso el grafismo y los colores de la coalición difuminan un claro perfil de izquierdas. Del video de los zapatos, mejor no hablar,

Podemos seguir añadiendo argumentos, como las apariciones y desapariciones de candidatos en las listas electorales y cuestiones aparejadas, que emparentan a EH Bildu con la deplorable práctica del resto de partidos políticos en estos asuntos. Y no vamos a seguir, para no aburrir al sufrido lector.

Tan solo quiero añadir dos cuestiones, La primera es que, además de los votos que se han ido de Bildu a Podemos o a la abstención, una cierta parte de los votantes que han permanecido fieles a la coalición han votado sin mucha ilusión, incluso cabreados. Lo han hecho por fidelidad a una historia política de más de cincuenta años, repleta de sufrimiento, que no se puede arrinconar con cuatro discursos para la galería. El alma perenne de la izquierda abertzale es socialista, revolucionaria, amén de defender la liberación nacional, y no cabe trocarla por una especie de nacionalismo progre, a la orilla izquierda del PNV. Eso no es la izquierda independentista histórica de este país.

La segunda cuestión es que los responsables de la dirección política de EH Bildu y de los cuatro partidos que la componen, deben enviar una señal clara al corpus social de la izquierda abertzale, en su sentido sociológico y más amplio, en el sentido de que las cosas van a cambiar, de que así no se puede seguir. De que esta sangría de apoyos debe ser taponada cuanto antes. No sé si la señal debe ser mediante las palabras, con una autocrítica pública y sincera, o mediante los hechos, con la presentación de las correspondientes dimisiones, o de ambas formas. Pero algo tendrán que hacer más temprano que tarde, porque los problemas se acumulan, los debates se multiplican, las críticas se expanden y el proyecto de una Euskal Herria libre, roja y en paz se encuentra en juego.

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