2022/02/04

La gran jerigonza

Lo acontecido esta semana en el Congreso español nos remite a lo más chusco de la política. Entre acusaciones de pucherazo y tamayazo, las derechas y las izquierdas fetén se entretienen unas a otras sin solución de continuidad. Al final, la gran operación de apoyo a la clase trabajadora liderada por la comunista Yolanda Díaz ha pasado la prueba gracias a un voto equivocado de un diputado del PP, para más inri acusado de corrupción en su época de alcalde de Trujillo. La anunciada derogación de la reforma laboral decretada por Mariano Rajoy y Fátima Bañez en el 2012, se ha trasmutado en un afeitado, como aquel que se hacía a la reses bravas para tener contentos a las figuras del toreo. Se limaban las partes más puntiagudas de los cuernos y asunto concluido.

Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz. Foto: El Plural


La oportunidad de acabar con un mercado laboral presidido por la precariedad, la temporalidad y la barra libre para el empresario, se ha vuelto a perder gracias al papelón de la ministra de Trabajo, bien arropada en esta ocasión por los sindicatos del régimen y la patronal. Esta última advirtió que si se tocaba una coma del texto acordado rompía el pacto y así ha sido. No se ha tocado una coma, es verdad, pero el decreto-ley ha salido adelante con los votos de los partidos del Gobierno, la supuesta izquierda, y de partidos conservadores como Ciudadanos, PDCat, PRC o Coalición Canaria. Para ser una reforma de izquierdas no está mal la cantidad de tontos útiles reunida para la ocasión.

En realidad, el decreto-ley no se hubiera aprobado sin el error del señor Casero, y entonces estaríamos en otro escenario. Salvados por la campana, PSOE y UP se frotan las manos después de haber liquidado la mayoría progresista que les llevó al Gobierno. El lema circense del más difícil todavía se ha vuelto a concretar en Madrid. Socialistas, comunistas y neoliberales se han conjurado para tener contenta a la CEOE, que ha celebrado la votación por todo lo alto. Esta es la verdadera jerigonza, no la portuguesa. Se trata, en su tercera acepción, de una "acción extraña y ridícula". Y en verdad lo ha sido. Tan extraña y tan ridícula como la política de Pedro Sánchez, capaz de pactar hoy con Bildu, mañana con Ciudadanos y a la semana siguiente con Unión del Pueblo Navarro, la derecha más ultramontana del Estado español.

Pero lo peor de todo es que con esta reforma se dilapidan diez años de luchas y movilizaciones obreras que ahora se pierden sin remisión por el desagüe del fregadero. Pero en eso, desde los Pactos de la Moncloa, han sido expertos CCOO y UGT, principales artífices de la jerigonza, junto al presidente de la CEOE Antonio Garamendi, un simpático empresario, poco proclive a las gesticulaciones. La guinda la pone la ministra de Trabajo, la estrella más radiante de una izquierda crepuscular que insiste en citar en sus discursos a Dolores Ibarruri, pero que se encuentra más cercana al pensamiento de Santiago Carrillo. 

¿Y ahora qué?

Las formaciones que han colaborado hasta ahora con el Gobierno, como ERC, Bildu y BNG, deberían pensárselo dos veces antes de otorgar nuevos cheques en blanco a un artefacto político -mayoría de la investidura- que se encuentra con respiración asistida tras el patinazo de la reforma laboral interruptus. El Gobierno tiene recursos suficientes para intentar acercar de nuevo a los que han sido socios preferentes, pero estos deberían tentarse la ropa antes de dar pasos en la posible reconciliación.

Se vuelve a demostrar que el PSOE no es un partido de fiar, cosa que ya sabíamos, pero lo mismo se puede decir de IU-Podemos, formaciones que firmaron junto a EH Bildu un compromiso público de derogar en su totalidad la reforma laboral del PP en 2012, acuerdo que han incumplido de forma clamorosa, parapetados en un acuerdo social entre patronal y sindicatos que ha resultado intocable.

Y hay un asunto más al que no se le ha dado la importancia debida, con todo el ruido mediático del tamayazo alrededor. Y es que el PSOE no ha dudado en alcanzar un acuerdo con UPN, al fallarle el intento de arreglo con ERC. A cambio del apoyo a la "reforma" laboral, el partido de Sánchez arroparía al alcalde de Iruñea, Enrique Maya. El acuerdo no ha prosperado por la insumisión a la dirección del partido por parte de los dos diputados regionalistas, Carlos García Adanero y Sergio Sayas. Pero lo cierto es que el PSOE ha pactado sin despeinarse con uno de los partidos más reaccionarios de Europa, representante de una derecha montaraz. Se ve que cuando hacen falta los votos se traspasan las líneas rojas sin mayor problema.

Hemos asistido a un verdadero esperpento político en el cual la llamada izquierda ha perdido una gran oportunidad de dar un salto hacia adelante en el escenario laboral del Estado. Si cuando se cuenta con una mayoría progresista no se utiliza para avanzar en una legislación que condiciona el día a día de la mayoría de la población, poco podemos esperar de lo que resta de legislatura en el Estado español. Tan solo de una cosa podemos estar seguros, la gran jerigonza continuará dando espectáculo a televisiones y redes sociales. ⧫ 


 


2 comentarios:

  1. españako progreak beti berdin...hay que irse ya!

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    1. ¿Cómo que irse? Los que se tienen que ir serán ellos, nosotros estamos en nuestra tierra.

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