2019/11/07

Franquismo renacido

Erase una vez un tonto que al enseñarle la Luna se fijaba en el dedo índice del maestro. Eso mismo está pasando en el territorio denominado oficialmente y a todos los efectos Reino de España. Una palabra, España, gastada por el uso y el abuso de partidos y medios, deudos de un patrioterismo paticorto y pazguato, digno de mejor causa.


Franco y Suárez. Foto: Losojosdehipatia.com
Decía que muchos nos entretenemos mirando el dedo de la exhumación del Caudillo católico, apostólico y romano, una pendejada de Telediario, mientras en el mato grosso de vecinos, ciudadanos y súbditos varios, va renaciendo el franquismo. Una idea que nunca se fue, que siempre estuvo latente y que ahora, por la inutilidad de la clase política, se abre paso a machetazos por una selva habitada, no ya por zombis neofalangistas, sino incluso por honorables entusiastas de las Junta de Ofensiva Nacional-Sindicalista de los púgiles Onésimo Redondo Ortega y Ramiro Ledesma Ramos.

Y digo que renace porque nunca murió realmente. Siempre ha estado ahí, escondido entre las bambalinas del Partido Popular, acurrucado en las mentes de algunos preclaros dirigentes del PSOE, españolistas de bien, consustancial con la vida española como el sol y sombra de anís del Mono con coñac Fundador. Porque resulta que el franquismo no es una ideología como otras, no es una moda, es una manera de ser. Una querencia por el ordeno y mando, por la Benemérita, por los empresarios que crean riqueza, por el ama de casa ninguneada en labores domésticas, por el toque de corneta y el desfile marcial. 

El franquismo trasciende del régimen de Franco. Mucho antes ya existieron franquistas luchando contra la independencia de Cuba y Filipinas. Ellos no lo sabían, pero eran franquistas, como lo fue Miguel Primo de Rivera, padre de su hijo, y José Calvo Sotelo, precursor clarividente de la lucha que se avecinaba en su piel de toro inmortal. Hasta la CEDA de José María Gil Robles fue un precedente del franquismo que llegaría poco después: ley, orden, jerarquía, anticomunismo, ¿Quién da más?

Tras el golpe de estado militar y la guerra, llegaría el franquismo propiamente dicho, el de Franco, del que no merece la pena decir más. Está todo dicho. Murióse el Generalísimo y tomó el mando, con el plácet del rey, Carlos Arias Navarro, tan franquista como el propio Franco. Duró poco, porque agazapado en su uniforme azul de secretario general del Movimiento aguardaba otro franquista más, Adolfo Suárez González, del que dicen traicióno el "atado y bien atado" del susodicho.

Quedaba en reserva Manuel Fraga Iribarne, el medio vasco, que con sus siete magníficos puso en marcha la Alianza Popular franquista que derivaría en Partido Popular de la mando del joven ex falangista, de familia de traidores, José María Aznar López. El resto de la historia es bien sabido. Un grupo de nostálgicos de otros tiempos, argumentando que el PP carecía de ideología y, sobre todo, de punch, fundó el artefacto político VOX, con Alejo Vidal Quadras de hombre fuerte. Fuese y no hubo nada. 

Con los restos del primer naufragio, un joven neofalangista de Amurrio, Santiago Abascal Conde, ha pilotado la nave con tal destreza que ha conseguido desempolvar buena parte del franquismo que permanecía escondido en la oscuridad de las carboneras de nuestras entrañables cocinas. Y en esas estamos. 

Un franquismo a veces aseado, otras descarado, se va haciendo con buena parte del rebaño que Aznar y Rajoy habían sabido pastorear con habilidad. El toro de Osborne baja de los cerros a embestir lo que pille por delante. Definitivamente "Franco (no) ha muerto". ⧫



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