2019/01/26

¿Para qué sirve la izquierda?

Los acontecimientos se suceden sin solución de continuidad. En Europa crecen las fuerzas reaccionarias a las que algunos analistas denominan fascismo posmoderno: La Liga italiana de Matteo Salvini, el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, la Alternativa para Alemania de Jörg Meuthen, el Vox de Abascal...

Mientras tanto, en América, Donald Trump pilota un golpe de estado blando en Venezuela, en Brasil manda el ex militar Jair Bolsonaro, en Chile crece la candidatura presidencial de otro derechista, Felipe Kast. Y ante este panorama, ¿qué hace la izquierda? 


Una parte se esconde, otra disimula y amaga con hacer algo, otra tercera se desangra en luchas intestinas. Hay quien afirma que la izquierda no tiene remedio, que siempre surgirá un conspirador, un traidor, que emponzoñe todo lo sembrado con tanto esfuerzo por tantos y tantos. Puede que quienes dicen que no hay arreglo lleven razón.

En demasiadas ocasiones la izquierda se enmascara para no asustar a sus supuestos votantes. En una búsqueda absurda por la centralidad política, renuncia a sus señas de identidad y se convierte en una especie de derecha progre. Una izquierda que no molesta, ni es izquierda, ni sirve para mucho. 

Luego está la izquierda asustadiza, que en realidad no quiere ganar las elecciones, sino que se conforma con un cómodo segundo lugar, para gestionar su trocito de la tarta en base a acuerdos y pactos con la derecha menos asilvestrada. Una izquierda centrista, adocenada, que huye de cualquier política transformadora, mínimamente socialista.

Pero la izquierda o, mucho mejor, las izquierdas, fueron creadas para cambiar la sociedad, para defender el común frente a lo privado, para hacer que los ayuntamientos mejoren las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras, para aliarse con los sindicatos obreros en su lucha por la emancipación, en definitiva, para caminar hacia una sociedad igualitaria, a ser posible, sin clases.

La izquierda debe recuperar la utopía socialista como punto de llegada a su accionar cotidiano, por muy lejos que se vea ese objetivo. Demasiadas renuncias ha protagonizado desde el siglo XIX para que aborde su transitar por el XXI amarrada otra vez a su complejo de inferioridad, a sus divisiones fratricidas y a sus permanentes conspiraciones.

Si la izquierda quiere sobrevivir a la ofensiva derechista que se nos viene encima, debe ser eso, izquierda, y plantear a la sociedad sus ideas sin complejos, hablando de lucha de clases y transformación social. Si no lo hace será arrollada por las coaliciones de derechas que se van dibujando en el horizonte, comandadas desde la Casa Blanca. ⧫  




1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Para empezar, la izquierda europea debería hacer autocrítica y preguntarse què alternativa ofrece, si es que tiene alguna.

    ResponderEliminar