2016/04/04

La nación demediada

El peso de la Historia ha hecho que en este arranque del siglo XXI la nación vasca se halle fatalmente demediada, dividida en trozos, en estructuras autonómicas, regionales, forales, provinciales, comarcales y, en fin, municipales. Es evidente que los principales agentes que se han ocupado en demediarla han sido los estados francés y español, sabedores de que la mejor manera de domeñar a un pueblo es destruir su unidad y convertirlo en un puzzle inconsistente.

National Geographic
Pero también han colaborado en el proceso de división y empobrecimiento agentes endógenos que, bien pactando con las respectivas metrópolis o por propia decisión, han preferido mantener un estatus quo fragmentado, para aprovecharse de esa debilidad nacional en favor de sus espúreos intereses.

Realizado el diagnóstico general, el problema surge cuando nos ponemos manos a la obra en busca de soluciones a la fragmentación existente. Puede pensarse que las posturas maximalistas tienen poco recorrido en este asunto. Enrocarse en que Euskal Herria (o Nafarroa) es una nación con derecho a tener un estado propio per se puede colmar la vanidad de algunos grupos y personas. Pero no abre ninguna puerta a la reunificación nacional plena. Son posturas minoritarias, tan respetables como estériles, que convendría orillar.

Sin embargo, en el otro lado de la balanza se desarrollan corrientes posibilistas que, haciendo de tripas corazón, aceptan la actual división y plantean avanzar desde ella, en un camino constituyente paralelo, a tres velocidades, que nadie sabe definir a ciencia cierta. La zorra rodea la viña y como no puede alcanzar las uvas, disculpa su impotencia diciendo que todavía están verdes.

Los ejercicios de realpolitik pueden ser interesantes en ciertas circunstancias, sería de necios negarlo, pero de ahí a sustentar toda una teoría de la emancipación nacional en base a dos estructuras administrativas españolas (CAPV y CFN) y una difusa Comunidad de Iparralde, va un buen trecho. Por supuesto que estamos lejos de alcanzar la deseada unidad nacional por la que algunos abogamos, pero eso no significa que haya que contentarse con aceptar lo que tenemos e intentar caminar adelante profundizando en esa división.

En mi opinión, la construcción nacional vasca avanza mucho más por medio de un Estatuto de Autonomía a cuatro (Araba, Nafarroa Garaia, Bizkaia, Gipuzkoa) que con una pretendida soberanía de Vascongadas, un ente políticamente nulo desde la perspectiva nacional. No es una postura novedosa, sino histórica, pero algunos parece que la han olvidado. Es más, si se plantea un proceso constituyente de una parte convenida de la nación, como es el caso de la CAPV, con la misma legitimidad se podría plantear un proceso constituyente para la provincia de Gipuzkoa, en base al aseguramiento de mayorías de apoyo al proyecto soberanista. Y donde escribo Gipuzkoa puedo poner Bizkaia o Araba, que tanto da.

Quienes entendemos Euskal Herria como una nación, y no como una confederación de entes forales herederos del medioevo, no deberíamos contemplar soluciones que profundicen en la actual división. Al contrario, habría que buscar los mínimos comunes que actúen de argamasa para la futura unión nacional, aunque sea en ámbitos sectoriales o parciales.

El provincialismo y el localismo, ese trastorno que impulsa la independencia de pequeños pueblos en una huida hacia adelante que choca contra la racionalidad administrativa, son factores que colaboran en la disgregación nacional que padecemos. No se trata de ahogar la sana percepción de sentirse de un lugar concreto, sino de no trastocar la esencia de la pertenencia a una nación por eufemismos como "soy vizcaino" o "soy alavés", estadios intermedios que sirven para no reconocerse a sí mismos como vascos.

Disponemos de espejos donde mirarnos, con lo ocurrido en otras naciones como Irlanda o los Países Catalanes, donde la prisa por lograr la independencia ha echado por tierra la viabilidad de un proceso de emancipación genuinamente nacional. En Euskal Herria estamos a tiempo de evitarlo, pero me temo que la defensa de postulados como los que se defienden en este escrito empiecen a considerarse como obra de nostálgicos vencidos por la melancolía.

En todo caso, si lo moderno es consumar la actual nación demediada en aras a levantar un corpus pseudonacional "soberano", además elaborado en laboratorio, sin alma popular, uno no se siente, en ese sentido, nada moderno.

@Azogeak

No hay comentarios:

Publicar un comentario