2014/06/01

Luces y sombras de Podemos

La irrupción electoral de la candidatura Podemos, liderada por el fenómeno mediático que personaliza Pablo Iglesias Turrión, ha dejado en un segundo plano los buenos resultados de la coalición EH Bildu en Hego Euskal Herria y de ERC y sus aliados en el Principat catalán. Unos resultados sobre los que habrá que volver en una próxima entrega.

En esta ocasión nos ocuparemos de Podemos y de las repercusiones que puede traer en el caso de que se consolide como un espacio propio en próximos comicios. Y es que hay muchas cosas que decir de Podemos y de Iglesias. En primer lugar nos detendremos en los aspectos positivos y luego abordaremos algunas cuestiones menos ejemplares. 


Hay que reconocer que poner en marcha una candidatura, en apenas cuatro meses, tiene mucho mérito. Aunque solo hubiesen logrado un escaño habría supuesto todo un éxito, después de tantos intentos desde el espacio a la izquierda de IU de sacar la cabeza en el terreno electoral con algo más que votos testimoniales.

La doble campaña, tradicional y de base con carteles hechos a mano por un lado, y de uso intensivo de las redes sociales y de los espacios televisivos, es un ejemplo paradigmático del futuro que nos viene. Podemos ha demostrado que el dinero no lo es todo y que con una campaña apañada, basada, eso sí, en un personaje conocido por las tertulias televisivas, puede funcionar perfectamente.

Otro mérito indiscutible de Podemos es haber logrado irrumpir con fuerza en un escenario que otorgaba todas las papeletas de crecimiento a IU, que ha visto reducido su aumento, en parte debido a su encorsetamiento y a no disponer de un candidato con gancho. Era la IU de siempre, sin signos de aggiornamiento, y les ha ido regular.

La candidatura de Pablo Iglesias, que era más rompedora en las formas que en el fondo -con un programa muy similar al de IU- ha logrado cosechar votos de muchos nichos electorales dormidos, como el abstencionismo de izquierdas o la extrema izquierda que no suele acudir a las citas electorales, además de recoger votos desengañados de IU y PSOE. 

Ahora bien, Podemos no es un fenómeno espontáneo. Que muchos observadores lo hayan despreciado a priori, no quiere decir que detrás de esa candidatura no haya un proyecto político bastante más depurado de lo que pueda parecer. En primer lugar hay que decir que detrás de Podemos, que se enorgullece de heredar parte del fenómeno del 15-M, están trabajando partidos políticos y colectivos como Izquierda Anticapitalista o En Lucha, así como intelectuales y profesionales hasta ahora cercanos a Izquierda Unida, como Santiago Alba Rico. No quisiera ser agorero, pero Podemos me recuerda bastante al fenómeno del cartero Olivier Besancenot, un acontecimiento mediático y electoral propiciado por el NAP francés, que luego se diluyó sin más explicaciones.

Además, la candidatura europea y su programa de mínimos, no ha desarrollado muchos aspectos políticos en los que deberá definirse en el futuro próximo. Del acierto o error en esas definiciones dependerá que Podemos se convierta en un invitado inesperado con quien se queda para la siguiente fiesta o en un simple conocido al que se olvida a la hora de elegir el alcalde o el presidente de la autonomía de turno. Las elecciones europeas permiten el salto al ruedo de nuevas plataformas que en otros procesos electorales se convierten en minoritarias o marginales. 

¿Habría tenido tanto éxito la lista de Podemos sin ir encabezada por Iglesias? Lo dudo, ya que su perfil en redes sociales ha sido una de las claves del fenómeno, amén de su aparición en tertulias o en páginas web como público.es, que ha lanzado en parte a la lista.

En todo caso, y para concluir estos apuntes a vuela pluma, habrá que considerar en su medida los resultados cosechados en Euskal Herria, superiores a IU, lo que convierte a la estructura de Podemos en interlocutor en futuras operaciones de confluencia de izquierdas en clave nacional vasca.

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