Comparado con lo sucedido en el grupo Fagor Electrodomésticos, la noticia tiene mucho menos relieve. Sin embargo forma parte ineludible del goteo de desinversiones que erosionan el tejido industrial de Euskal Herria. Cerrar una factoría con 50 empleados es relativamente fácil. Realizar una inversión para levantar una planta que aporte 50 nuevos puestos de trabajo, se antoja una tarea hercúlea en estos tiempos de crisis.
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La estrategia llevada a cabo por la multinacional es sencilla. Se toma la decisión de dejar de invertir en una determinada planta. Seguidamente se van cerrando líneas de producción. Con el tiempo, la planta se adelgaza hasta el mínimo posible. En última instancia, tras un largo periodo sin invertir un euro, se cierra la actividad productiva. Paralelamente se traslada la misma a otra planta del grupo con costes más reducidos o simplemente se invierte en otros productos complementarios, con mayores márgenes de beneficio.
Los portavoces institucionales insisten en que 2014 será el primer año en el que se empiece a notar una recuperación de la economía desde 2008. Es posible que así sea, pero esos pronósticos poco le van a importar a la plantilla de Marie Brizard de Zizurkil. Para ellos, el dulce licor que fabrican desde hace décadas va a ser a partir de ahora anís amargo.
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