La organización clandestina ETA ha hablado alto y claro, anunciando el cese definitivo de su actividad armada, que no es sinónimo de disolución. El desestimiento proclamado el 20 de octubre de 2011 pone punto final a la estrategia político-militar iniciada, con diferentes etapas en su desarrollo, en el otoño de 1958. No sabemos lo que ocurrirá en el futuro, si próximas generaciones de jóvenes vascos decidirán de nuevo empuñar las armas en defensa de la soberanía de su tierra. Lo que sí sabemos es que ETA no va a disparar un tiro más. Esa es la noticia.
Desde las siete de la tarde de ayer jueves, hora en la que se conoció dicha noticia, se han sucedido las declaraciones institucionales y de agentes políticos y sociales, valorando la declaración de la organización clandestina. Del eco internacional recogido da una idea el posicionamiento de personajes como el ex presidente de EEUU Bill Clinton, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso o el ex primer ministro británico Tony Blair. El que una hora después de emitirse el comunicado, el presidente del Gobierno español se hiciese eco del mismo de forma solemne, confirma el alcance de la decisión anunciada por ETA.
Van a estar estos días próximos plagados de declaraciones, análisis y
contabilidades sobre el anuncio en sí y sobre la historia de 43 años de
lucha armada de ETA. La cronología nos dice que el 7 de junio de 1968
muere en Villabona por disparos de ETA el guardia civil José Pardines.
Tres horas más tarde es tiroteado Txabi Etxebarrieta en Benta Haundi
(Tolosa), siendo el primer militante de ETA muerto por las fuerzas
policiales. El 16 de marzo de 2010 el policía francés Jean-Serge Nérin
resultaba muerto en un enfrentamiento con un comando de ETA en
Dammarie-les-Lys, al suroeste de París. Son el Alfa y el Omega de un
ciclo que concluye ahora. Un ciclo en el que ha habido demasiados muertos, tanto por parte de ETA como por parte de las fuerzas policiales y los grupos paramilitares como BVE o GAL.
Ahora bien, esto no es más que el final del principio. Tras la decisión tomada por ETA, son los gobiernos español y francés quienes tendrán que mover ficha para gestionar las consecuencias del conflicto armado: léase presos, armas y víctimas, fundamentalmente. Asimismo, la ausencia de actividad armada propiciará la apertura de diálogos multilaterales entre los agentes políticos y sociales vascos en la búsqueda de soluciones al conflicto político. Porque como bien dijo ayer Rufi Etxeberria, el final de ETA no significa el final del conflicto político, que sigue ahí presente. Detrás de todos los velos que lo han intentado esconder o disimular se encuentra el derecho a decidir de los ciudadanos que vivimos y trabajamos en Euskal Herria.
Conviene remarcar que lo que concluye es el ciclo armado de una lucha que va a continuar por medios estrictamente pacíficos y democráticos. Una lucha que deberá ir acompañada del necesario diálogo entre todos las sensibilidades políticas que se dan en el país. Porque en Euskal Herria conviven o deben convivir gentes del PP, UPN, UPM y Modem, con gentes del PS, PSOE e IU, gentes del PNV, de Geroa Bai, de Aralar, de EA, de AB, de la Izquierda abertzale, en fin de ideologías y posicionamientos muy diferentes. Habrá acuerdos y disensos, por supuesto, pero avances y retrocesos, pero en todo caso se hablará.
Y en ese escenario complejo, la tarea a realizar por la izquierda independentista vendrá marcada por una reflexión lanzada en enero de 2009, en entrevista periodística, por el histórico militante independentista Eugenio Etxebeste: "Hay que pasar de la etapa de resistir es vencer a la etapa de convencer es vencer". Se abre pues el tiempo de convencer, en la búsqueda de las mayorías necesarias para plantear en el futuro, con garantías, el ejercicio del derecho a decidir. Convencer para lograr que a los miles y miles de ciudadanos que defienden una Euskal Herria soberana se les unan otros miles más, hasta conformar esa mayoría decisoria.
Excelentes palavras, Joxerra.
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