Aieteko Jauregia |
El alto nivel de las personalidades que han estado presentes en el palacio de Aiete, unido a la amplia representación de organizaciones políticas y sindicales allí reunidas, del norte y el sur vascos, han conseguido lanzar un nítido mensaje al mundo: Entre Euskal Herria y los estados español y francés hay un contencioso político que debe resolverse mediante el diálogo. Un contencioso que afecta a los siete territorios vascos y que deberá solucionarse por métodos estrictamente pacíficos y democráticos.
Se le ha pedido a la organización clandestina ETA que cese de forma definitiva en su actividad armada, pero no se le ha exigido la autodisolución, al igual que ocurrió en el caso del contencioso irlandés. El IRA no actúa desde hace años, pero aún sigue latente. No sabemos lo que ocurrirá en el caso de ETA. Habrá que esperar a que se vayan concretando los diferentes pasos a realizar. Por de pronto, se espera una inminente respuesta a la declaración, por supuesto en sentido afirmativo.
Más allá del contenido de la Conferencia y de la declaración emanada de la misma, la propia celebración supone un éxito rotundo de quienes la han impulsado, especialmente del colectivo pacifista Lokarri y el Grupo de Contacto que lidera Brian Currin. A cada cual lo suyo. Asimismo supone un espaldarazo a la estrategia seguida en los dos últimos años por la izquierda independentista, que ha dado su pleno apoyo a la declaración. De la zozobra vivida tras el fracaso del último proceso negociador, la IA ha pasado a protagonizar un lugar absolutamente central en el escenario político vasco. Por su parte, el PNV, de la mano de Iñigo Urkullu, ha actuado de forma inteligente, arropando la conferencia y apuntándose al éxito de la misma, a la vez que ha atacado la inanidad política del lehendakari López, incapaz de estar en el sitio y el momento justo, sino todo lo contrario. El papelón del PSOE lo ha tenido que interpretar Jesús Eguiguren, como casi siempre, acompañado de un fantasmal Totorika. Podían haber sido protagonistas y se han quedado en actores de reparto. El propio presidente del PSE ha reprochado a López no haber hecho más en todo este asunto.
En cuanto a la crítica, conviene separar el grano de la paja. La inmensa mayoría de medios vascos han informado con correción sobre la película rodada en Aiete, columnas de opinión como la de Pello Salaburu aparte. Y esa debe ser la mayor preocupación para cualquier observador de lo que en su país acontece. Por el contrario, los medios madrileños, en un derroche de rabia mal disimulada, se han lanzado al precipicio con titulares extravagantes que muy poco tenían que ver con el auténtico contenido del acto de Donostia. Una prensa que se autoproclama seria no puede caer en semejante ejercicio de amarillismo periodístico. Conviene titular con la cabeza, no con las tripas, como han hecho la mayoría de diarios, salvo "El país" y "Público". Da la sensación de que radios y televisiones principales han sido más comedidas. La prensa catalana y la internacional, con matices, han recogido el acontecimiento de forma mucho más profesional, como cabía esperar por la experiencia de anteriores eventos.
La Conferencia de Aiete no va a cambiar por sí misma la historia de este país. Lo que se ha dicho en la declaración venía a ser conocido por casi todos, no es una gran novedad. Lo relevante, lo determinante es que un reparto de lujo como el que se reunió en Donostia el lunes formule una declaración de alcance que sirva para remover el escenario político vasco. Ahí reside la importancia de la conferencia de cine que hemos tenido la oportunidad de contemplar en Aiete en octubre de 2011 y no en el sueño de una noche de septiembre en el Kursaal.
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