El caso es que el 10 de julio tenemos una jornada importante para los dos pueblos que están empujando con fuerza por la ruptura del marco constitucional español de 1978, el catalán y el vasco. Y eso es así porque el invento del Estado de las Autonomías está definitivamente acabado. La sentencia del TC va a permitir visualizar una nueva etapa en Catalunya, en la que la consigna de Independència va a ganar terreno de forma importante. De hecho, todas las formaciones políticas, salvo el PP, tienen sectores independentistas en su seno, incluido el PSC, lo que demuestra que es una alternativa política transaversal, que afecta a todo el arco político, a los agentes sociales, sindicales y económicos, a las asociaciones, a los clubes deportivos, etc.
El Estado español, en su empecinamiento centralista y con su cicatería histórica, tal vez ensimismado por los triunfos deportivos de su selección de fútbol, está haciendo más independendistas que el trabajo de base de los grupos que así se denominan. Es imposible, hoy por hoy, que España mande el ejército a aplastar una proclamación de independencia catalana. El día que se dé la misma, España estará en trance de caer en picado en el ránking europeo, tanto politico como económico. Y ese momento ya no se ve tan lejano en Barcelona. Cada vez son más los líderes de opinión que apuestan por esa alternativa.
En lo que nos incumbe más de cerca, la movilización del sábado supone un paso más en la construcción de un bloque soberanista de futuro, al que se irán sumando efectivos a medida que se vaya estructurando y ganando presencia ideológica, institucional y de masas. Aún persisten las contradiciones, las luchas, las rivalidades... entre agentes que a medio plazo deberán integrarse en ese bloque de vocación mayoritaria. Todo llegará.
Quienes piensen que la apuesta de la izquierda independentista es una mera táctica electoralista se van a volver a equivocar. Si no reubican pronto sus posiciones es posible que se tengan que arrepentir de su torpeza. El PNV, que ve con gran preocupación la evolución de la izquierda abertzale y EA, debería tomarse en serio la cuestión. Su histórico juego pendular de ambigüedad, entre Madrid y Euskal Herria, no le va a servir en el próximo futuro.
Otros agentes sociales, que permanecen con la boca caliente y los pies fríos, mostrándose incapaces de dar los pasos que han convenido en sus congresos, tendrán que sopesar el momento político en el que nos encontramos. Si llevan desde el 97 diciendo que hay que avanzar sin ETA, ¿por qué siguen esperando, inmóviles, a que la organización armada les confirme lo que están viendo con sus propios ojos todos los días?
En Donostia se va a asistir a uno de los momentos fundacionales del bloque soberanista, bajo el lema "Nazio gara. Autodeterminazioa". Una consigna que quiere dar cobijo a una amplia mayoría de este pueblo, sin partidismos, ni sectarismos. Conviene ir cogiendo posiciones para no perderse lo que está por llegar. Camino quiere el caminante.
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