Juan de Zubileta
En los últimos tiempos la palabra normalidad me chirría en los oídos de forma exasperante. No hay día en el que los actuales gobernantes en Casa Ajuria y sus costillas del PP, además de la prolija cohorte de aduladores y arietes derechistas diversos, no la usen para tratar de dar fundamento a su arrolladora obsesión por derribar las aspiraciones de un nuevo espacio político y cultural para Euskal Herria. Los ejemplos son muchos, pero ahora me fijaré en dos claros botones de muestra. El pasado lunes, día 9 de noviembre, tomé nota de la intervención de Alberto Surio -rebautizado Censurio en algunos foros- y de algunos representantes del PP y PSOE. El primero, director general de EITB, argumentó los cambios de responsables en los servicios informativos aduciendo a la -ya va- normalidad, de acuerdo a la nueva dirección emprendida en su dominio, mientras que los segundos interpretaban la más que posible retransmisión del mensaje navideño del rey español Juan Carlos, como un signo -no podía faltar- de normalidad en la televisión vasca. ¡Maldita la gracia ésa de la normalidad! Ellos, los menos si miramos los votos y el respaldo social, son capaces de hablar de normalidad cuando toman decisiones desde una posición legal (por sus leyes), pero ilegítima a todas luces.
Ahh! Los cambi
Para remate, aunque no venga mucho a cuento, me gustaría decir que esta enfermedad de normalitis está más extendida que la gripe A. Así, en una televisión se le ocurrió a una locutora, después de dar cuenta de los fastos para conmemorar la demolición del muro de Berlín, añadir que la ciudad volvía a la normalidad, pero que de hecho la normalidad había vuelto a la ciudad hace veinte años; el día en el que se echó abajo ese dichoso muro. No lo tengo claro, pero uno empieza a pensar que la población nacida al otro lado se está volviendo cada día más desafecta a la pomposa democracia occidental. Les está dejando de hacer chiste el actual estado natural de las cosas o las normas fijadas de antemano a las que han debido plegarse en este tiempo. Lo normal.
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