2017/10/29

Lecturas vasco-catalanas

Hace 30 años, cuando el procés vasco se encontraba en su periodo álgido, nadie se acordaba de la situación de Catalunya. Es más, desde Euskal Herria se llegaba a minusvalorar lo que allí acontecía, debido fundamentalmente al pactismo protagonizado por el honorable Jordi Pujol. Ahora, en cambio, la vicisitudes del procés catalán tienden a llenar el vacío de la falta de proceso en Euskal Herria, al menos a primera vista.

Ni lo de hace 30 años estaba bien, ni es sostenible la actual Catalunya-dependencia. Todo debe ir en su justo término, porque de lo contrario podemos confundir muy fácilmente deseos con realidad. Doy por sentado que quien esto lee está informado de lo que ocurre en la conurbación barcelonesa, así que no insistiré en ello. Tan solo decir que el bloque soberanista, con sus contradicciones, ha ido bastante más lejos de lo que uno presumía. Tal vez al final se han dejado llevar más por el corazón que por la razón y han dejado el timón a Madrid, cuando pudieron seguir al mando unos meses más. En fin, habrá opiniones para todos los gustos sobre ello.


Lo que quisiera comentar son algunas notables diferencias entre Catalunya y Euskal Herria, diferencias que conviene tener en cuenta a la hora de analizar la situación de allí y de aquí. 



Una primera diferencia, fundamental a mi entender, es la voluntad rupturista del Partit Demòcrata (PDeCAT), frente a la voluntad pactista de su homólogo vasco el PNV. Los dirigentes de la antigua CDC no han dudado a la hora de establecer alianzas soberanistas con Esquerra Republicana y la CUP, así como en tender puentes de colaboración con las entidades sociales de ese ámbito, ANC y Omnium, entre otras. Se podrán discutir las razones del cambio de estrategia de este importante sector de la burguesía catalana, pero lo cierto es que lo han hecho, sacrificando incluso a su líder, Artur Mas, en pos de mantener a su lado a la CUP. Otros sectores, como el que representaba UDC se descolgaron en su día del soberanismo y han acabado por desaparecer. Otros más, alejados del nacionalismo catalán, se han visto representados por la llamada Societat Civil Catalana, un paraguas para acoger a quienes defienden sin ambages el mantenimiento de la unidad del Reino de España. No seré yo quien clame en el desierto por un cambio de línea en el PNV. El partido de Ortuzar sabe perfectamente lo que quiere y no desea implicarse en aventuras soberanistas, mucho menos aliándose con la izquierda abertzale que representa EH Bildu.

Una segunda diferencia a señalar es la presencia en Catalunya de un movimiento de base como la CUP, una formación anticapitalista y municipalista, con un cierto toque ácrata, que ha servido de catalizador del procés en estos últimos años. Desde su posición radicalmente independentista ha dado su apoyo al Govern, dando ejemplo de un cierto pragmatismo que no suele darse en formaciones de ese perfil en Europa. La CUP, tan denostada por la derecha española, se ha mantenido firme en su propósito, no ha cejado en su empeño y ha colaborado a que el procés llegase tan lejos, como lo ha hecho. ¿Cuál es la diferencia? Que a día de hoy no existe en Euskal Herria una fuerza política de ese perfil, por mucho que dentro de EH Bildu existan sectores que simpatizan claramente con ella. Sin embargo, lo que hoy es EH Bildu ocupa un espacio que en Catalunya iría desde ERC hasta las CUP, pero situándose en el día a día más cerca de la política de Esquerra que la que practican los anticapitalistas.



Una tercera y notable diferencia entre aquella realidad y la nuestra es el pasado. Aquí seguimos atascados sin saber muy bien cómo solucionar las consecuencias del conflicto violento que se ha producido durante décadas, con la existencia de grupos armados, guerra sucia, violencia policial, tortura generalizada, etcétera. En Catalunya existió un intento de implementar una lucha armada independentista, protagonizado por Terra Lliure, que acabó disolviéndose con la ayuda, entre otros, de Esquerra Republicana. Nos guste o no, ese pasado sigue influyendo en las posiciones de los partidos políticos vascos, especialmente de los soberanistas, que mientras no se resuelvan los temas pendientes no se consideran suficientemente libres para afrontar una ofensiva política soberanista en toda su plenitud.

Una cuarta diferencia estriba en la dimensión territorial del proceso. Todos sabemos que el independentismo histórico catalán considera a Catalunya una parte de los Països Catalans, que abarcarían a la Comunidad valenciana, Islas Baleares, Catalunya Nord y otros territorios menores en un mismo proyecto de construcción nacional. Sin embargo, esa contradicción ideológica no impide al independentismo del Principat seguir adelante con el procés sin mayores costes políticos. En nuestro caso la división territorial de lo que entendemos por Euskal Herria supone un freno indudable al desarrollo de un proceso nacional de liberación. En los últimos años ha surgido una corriente antifundamentalista que propone avanzar en cada espacio administrativo, para confluir en un futuro más o menos lejano en una confederación de territorios vascos soberanos. En ese punto surge un debate político de fondo por la imposibilidad material y conceptual de confederar partes de un mismo cuerpo nacional. Se entiende que la confederación afecta a estados diferentes, no a partes constitutivas de un futuro Estado vasco-navarro. 


La quinta diferencia es, de todas la citadas, la única en la que se vislumbra una ventaja de Euskal Herria sobre Catalunya. Se trata de la existencia de un sindicalismo soberanista con importante representación en los centros de trabajo, una realidad que no se da en tierras catalanas, donde el sindicalismo soberanista es más bien minoritario. Es cierto que los sindicatos estatales CCOO y UGT tienen una marcado acento catalán en su práctica diaria, pero en todo caso obedecen a una lógica estatal. En cambio en Euskal Herria, tanto ELA como LAB han mostrado en numerosas ocasiones su disponibilidad a unir fuerzas en un proceso soberanista con marcado acento social.


Hay muchas más diferencias entre un proceso y otro, faltaría más, por ello es saludable un ejercicio de comparación entre ambos, para ver la manera de ir avanzando hacia el objetivo común soberanista. Seguiremos pendientes de las diferencias y también de las afinidades, que las hay y muchas, por supuesto.⧫ 



5 comentarios:

  1. xabier mendiguren9:24 p. m.

    Hizkuntzaren egoera oso diferentea da, eta guztiz inportantea.

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    1. Arrazoi duzu, hizkuntzaren egoera oso ezberdina da Katalunian. Agian beste testu batean gai horri buruz idatziko dut zerbait. Mikesker

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Erabat ados. Hizkuntzak garrantzia du.

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  4. Hizkuntzaren egoeraren ezberdontasuna gehiturik, ersbat sdos.

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