Estos últimos meses he permanecido callado, observando en silencio el imparable ascenso de la estupidez humana, el apogeo de los imbéciles, en definitiva el triunfo de la maldad, del negacionismo, de la cultura de la fuerza bruta, del genocidio en suma. Superado por la dimensión bíblica de la masacre de Gaza, de la colonización de Cisjordania, de las atrocidades de otras guerras menos televisadas, no tenía claro cómo abordar la cuestión. Y rompo ahora el silencio ante la indecente postura de una emblemática empresa vasca, como es Construcción y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF).
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Factoría de CAF en Beasain. Foto: wikipedia.org |
La historia viene de lejos, la colaboración con el estado sionista de Israel no es de ahora, pero lo que está aconteciendo en Palestina, con la matanza sistemática de niñas y niños, de mujeres y ancianos, de periodistas y sanitarios, agrava muchísimo el papel de la empresa de Beasain en el conflicto. El proyecto de tranvía de Jerusalén, que une colonias ilegales, ha llevado a la ONU a incluir a CAF en la lista de empresas que operan en territorios ocupados. La relatora para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, menciona a CAF en su informe sobre las empresas que se benefician de la ocupación israelí.