2014/04/09

¿Hablamos de Quebec?

El Parti Liberal du Québec logra la mayoría absoluta
Es costumbre extendida entre los movimientos soberanistas la de intentar subirse al carro ganador de otros procesos más o menos similares. Sucedió con las repúblicas bálticas, con los nuevos estados surgidos tras la desmembración de la URSS, incluso con Kosovo, aunque en este caso no hubo unanimidad en los análisis.

Sin embargo, para los grupos soberanistas e independentistas de la Europa occidental, el ejemplo paradigmático, el que siempre se cita en las conferencias y debates, es Quebec, la provincia francófona de Canadá. El motivo es evidente, la existencia de un partido independentista con aspiraciones mayoritarias, que gobierna la administración de ese territorio y que en dos ocasiones ha forzado la celebración de consultas sobre la autodeterminación, una en 1980 y la última en 1995. En esta ocasión estuvo a punto de lograr la victoria.


El resultado tan cerrado de esa consulta, llevó a los líderes del Parti Québécois a un compromiso no firmado por el que no instarían a la celebración de una tercera consulta si no había garantías claras de ganarla. Lo cierto es que 18 meses después de recuperar el Gobierno regional, los responsables del PQ se lanzaron a unas nuevas elecciones con el ánimo de lograr la mayoría de la cámara, compuesta por 125 escaños.

Las elecciones celebradas han resultado un jarro de agua fría para el proceso soberanista en Quebec. El Parti Québécois ha perdido 24 de sus 54 escaños, quedándose en 30 (25,4%), su peor resultado en 40 años. Su máximo rival, el Partido Liberal ha aumentado en 20 escaños su representación, hasta los 70 (41,5%), lo que le permite gobernar con una cómoda mayoría. La Coalition Avenir Québec, nacionalista moderada, ha obtenido 22 escaños (23,1%), tres más de los que disponía, y por último, los independentistas de izquierda de Québec Solidarie ha cosechado 3 escaños (7,6%), uno más de los que disponía anteriormente.  

La dimisión de la líder del PQ, Pauline Marois, es el primer acto de un proceso de reflexión que tendrá que tener en cuenta qué es lo que ha ocurrido para que se produzca el batacazo electoral. La apuesta ha resultado un fiasco y lejos de asentarse las bases para un hipotético tercer referéndum, todo parece indicar que el horizonte soberanista se aleja más que nunca.

La ilusión de cambiar de estatus político suele crear espejismos, no solo en la ciudadanía, sino también en los propios dirigentes políticos, que comienzan a creerse en posesión de la verdad absoluta. Un espejismo que pretende reflejar que el apoyo a las ideas de uno va a aumentar de forma imparable hasta la consecución de la ansiada victoria, en este caso concreto, de la independencia de Quebec.

El resultado de los comicios ha dejado bien claro que esas sensaciones soberanistas no tienen porque estar siempre casadas con la realidad cotidiana de la gente, más preocupada en muchas ocasiones por la situación económica, que por ensanchar la libertad de acción del territorio en el que se sienten involucrados. 

El próximo 18 de septiembre se celebrará la consulta sobre el futuro de Escocia y en noviembre se plantea la consulta en el Principat de los países catalanes. Mis deseos simpatizan con un doble triunfo soberanista. Sin embargo, a todos aquellos que afirman que 2014 va a ser un año decisivo para el soberanismo les diría que se tienten la ropa. El primer capítulo, el de Quebec, ha sido un tropezón; las encuestas sobre Escocia no son muy optimistas y del referéndum de Mas y Jonquera ¿qué quieren que les diga? 


No hay comentarios:

Publicar un comentario