2012/05/15

Pluralidad no es dispersión

Se anuncia estos días que varios cargos públicos elegidos en listas de Aralar, al parecer disconformes con la actual linea del partido, han impulsado la creación de una nueva formación política denominada Nahia. Tienen todo el derecho a hacerlo.

Ahora bien, la constitución de un partido político debería ir más allá que la mera reacción ante un problema interno, sea éste ideológico o de otra índole. Los partidos políticos se crearon para aglutinar a quienes piensan de forma parecida y tienen la misma estrategia política. De no ser así, cada ciudadano podría ser un partido político individual. Es necesario ceder en el detalle para aglutinar en lo fundamental.

Tras la penosa experiencia del franquismo, en Euskal Herria se produjo una epidemia de siglas partidistas, que en nuestro caso se acentúa por la división administrativa que padecemos. Es decir, no existe un partido socialista vasco, sino una sección del Parti Socialiste francés para el Departamento 64 ( que incluye a Iparralde), un Partido Socialista de Navarra y un Partido Socialista de Euskadi, ambos englobados en el PSOE español. Y así sucesivamente.

Con ser grave la fractura ocasionada por la realidad administrativa que padecemos, peor aún es la tendencia a la fragmentación dentro de las grandes corrientes políticas. En los últimos tiempos, paralelamente a los avances que se han dado en el proceso político, se han producido importantes esfuerzos para agrupar, al menos en el plano electoral, a quienes defienden un espacio de izquierda soberanista vasca.

En ese gran espacio se ha dado recientemente una puesta en común en la que han estampado su firma Ezker Abertzalea, Abertzaleen Batasuna, Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternatiba. Un hito en los tiempos de dispersión en los que hemos vivido, pero que sigue reflejando la diversidad de formaciones existentes en Euskal Herria. Una pluralidad que se extiende a lo largo y ancho del país en forma de clubes políticos, asociaciones político-culturales, tendencias, agrupaciones sobre historia y memoria, pequeños partidos comunistas, colectivos libertarios y, en general, iniciativas políticas diversas. También en la izquierda, pero fuera del ámbito mencionado, nos encontramos con Ezker Anitza, Ezker Batua, Antikapitalistak, Gorripidea... y otros partidos y grupos que se quedan en el tintero.

Es conocido el afán de debate, de discusión, de confrontación ideológica que ha caracterizado históricamente a la izquierda, desde los tiempos de la Internacional Obrera de Marx y Bakunin. Esa tradición es positiva, enriquecedora, si se logra conjugar con un esfuerzo paralelo en la suma organizativa. La unión de esfuerzos no tiene que significar uniformidad, ni pensamiento ùnico. Al contrario, dentro de esa amplia unión se puede dar el debate franco, siempre que se asegure un acuerdo básico sobre los puntos sustanciales del programa político a desarrollar.

La situación que se vive en la izquierda griega, dividida entre varias candidaturas electorales: Izquierda Radical-Syriza, Partido Comunista-KKE, Izquierda Democrática, Verdes, Antarsya-Izquierda anticapitalista y otros grupos extraparlamentarios y anarquistas es un magnífico ejemplo de dispersión. Una dispersión que imposibilita un trabajo en común para liderar un proyecto alternativo al que dicta la Unión Europea y el neoliberalismo de los mercados, incluso accediendo al Gobierno.

Estamos en un momento político de efervescencia, lo que facilita el surgimiento de iniciativas de todo tipo. Unas en clave de sana aportación a lo existente, para enriquecerlo, otras, en cambio, en pos de un lugar en el que cobijarse tras años de zozobra. Todas ellas pueden ser legítimas, pero debería quedar claro que la pretensión de colocar los intereses del propio colectivo, por pequeño que este sea, por encima de los intereses generales de una unión histórica hacia el aglutinamiento de un soberanismo de izquierdas en clave hegemónica, puede resultar a la larga un tremendo error, difícilmente subsanable en el futuro. Pluralidad no debe en ningún caso ser sinónimo de dispersión.

1 comentario:

  1. Suscribo totalmente lo por tí enunciado y relatado Joserra.Es dificil superar desconfianzas largo tiempo vigentes, pero habrá que intentarlo por lo mucho que hay en juego.Un ejemplo de situación a enmendar.En mi pueblo hay un preso vasco de nombre Kepa Pikabea, aún hoy en día no figura en los listados de represaliados del pueblo.La gente debería sentirse cómoda y valorada.

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