José Luis Rodríguez Zapatero.
La inverosímil política de Rodríguez Zapatero ante la crisis económica ha caído abatida por la realidad del capitalismo salvaje que nos rodea. Los círculos financieros internacionales que residen en Wall Street, la City londinense o Frankfurt han dictado sentencia. Los mismos que pusieron en peligro el sistema financiero mundial hace dos años, disparan ahora contra las economías de Grecia, Portugal y el Estado español, y pronto lo harán contra la Gran Bretaña de Cameron&Clegg.
Los Estados han perdido hace tiempo la iniciativa económica y se muestran dominados por el club de las grandes finanzas internacional. Que no son especuladores, sino simplemente capitalistas que se rigen por la regla básica de su ideología: la búsqueda del máximo beneficio en el menor tiempo posible. A ello ha contribuido el avance tecnológico de los últimos años, que permite las transacciones planetarias on-line.
Pero no voy a escribir de economía, sino de Zapatero. Un político de recorrido corto, especialista en leer encuestas y sondeos, al que el advenimiento de la crisis le ha dejado sin aire. Primero intentó negarla, hablando de desaceleración momentánea, luego la aceptó sin tomar medidas y al final, presionado y sin convicción, anuncia recortes, que seguramente no serán suficientes patra calmar a los insaciables mercados, que son quienes dictan las leyes económicas hoy en día.
Ahora que el PIB comenzaba a crecer, aunque fuera una mísera décima, el tijeretazo volverá a enfriar los síntomas de recuperación, retrasando el despegue hacia niveles de crecimiento que permitan la creación de empleo. Con los índices de desempleo actuales, ese debiera ser el objetivo básico del Gobierno español, pero parece que ha quedado relegado a un segundo plano. En resumen, que sin descartar un posible adelanto electoral, lo cierto es que Zapatero tiene muchas dificultades para ofertar una candidatura potente cara al 2012. Descartado cualquier alivio en 2010 y con un 2011 presa de la incertidumbre, las posibilidades de reelección disminuyen sensiblemente.
Eso sí, el presidente del Gobierno español tiene un conejo escondido en su chistera. Un conejo que tan sólo Jaime Mayor Oreja, desde su invisibilidad política, se atreve a mencionar. El conejo se llama Euskal Herria y consiste en la implementación de un nuevo escenario político que lleve aparejado el fin de la actividad armada de la organización clandestina ETA.
La actual estrategia de negación de cualquier tipo de diálogo con la citada organización y el no reconocimiento de los cambios que se están produciendo en la izquierda independentista y en su política de alianzas, puede dar paso en el próximo futuro a una readecuación que posibilite un acercamiento de posturas. La historia nunca está escrita, se escribe día a día.
Es probable que tras el atentado de la T-4, Zapatero no esté preparado mentalmente para abordar un nuevo escenario de riesgo y prefiera seguir a la expectativa por un tiempo. Pero también sabe que una de las pocas oportunidades de que él y su partido retengan La Moncloa otros cuatro años pasa por vender a la opinión pública la imagen de hombre de Estado que ha resuelto para una o dos generaciones el llamado conflicto vasco. Es posible que este mismo fin de semana empiece a pensar en ello.
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