2017/10/07

La lucha de clases en Catalunya

Confieso que nunca esperé que el bloque soberanista hubiese llegado tan lejos en su empeño por librarse de la influencia de Madrid en Catalunya. Siempre creí que una coalición de fuerzas heterogéneas, desde el Partit Demòcrata hasta la CUP, pasando por Esquerra Republicana y las asociaciones cívicas y culturales, no iba a dar tanto de sí, ni que el señor Puigdemont, heredero imprevisto del legado de Artur Mas, fuera capaz de mantener el pulso durante tanto tiempo. 



Ya dejé escrito en el anterior comentario que mi coincidencia con la estrategia del citado bloque no es unánime, que estimo que hay cuestiones que no se han llevado bien y que ahora, tras el referéndum semiabortado del uno de octubre, se empiezan a ver con mayor nitidez. Tengo serias dudas de que la vía unilateral traiga los frutos apetecidos y entiendo que basar una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) en los resultados de una consulta en la que no ha participado ni siquiera el 50% del censo total de catalanes sea un acierto. Es verdad que la intervención policial impidió que la participación fuese mayor, pero hay que reconocer que los resultados no son los satisfactorios que debieran ser, pese a ese 90% de síes en las urnas.



Diré más, e insistiré en lo ya dicho, dos legislaturas seguidas con mayoría independentista en el Parlament darían más credibilidad a una DUI que la otorgada por la pasada consulta del uno de octubre. El soberanismo en general está obcecado con utilizar la herramienta del referéndum, pero hay otras tan válidas o más, que presentan menores dificultades logísticas y jurídicas. Seguiremos hablando de este tema en próximos comentarios.

Lo que hoy me llama a escribir y a desarrollar el título del post, son la catarata de decisiones tomadas por grandes bancos y empresas catalanas que cambian su domicilio social a territorios limítrofes o directamente a Madrid. El argumento es la protección de clientes y accionistas ante una hipotética independencia de facto, pero más bien se trata de tener contenta a la clientela del resto del Estado (en el caso de los bancos) que es mucho mayor que la que poseen en la propia Catalunya. 


Pero hay más, mucho más, en la decisión de marcharse simbólicamente de Barcelona. En la pugna existente entre los diferentes sectores empresariales y de la burguesía catalana, el sector contrario a la independencia, visto que Puigdemont sigue hacia adelante y sin freno, ha decidido mover ficha, y de que manera. Ahora mismo Caixabank es un icono de Catalunya, como lo es el Barça, y que su consejo decida trasladar su sede a Valencia, histórica capital del anticatalanismo, es un torpedo a la linea de flotación del procés. Y es que a Caixabank le siguen o seguirán Banc Sabadell, Aguas de Barcelona, Catalana-Occidente, Gas Natural, Abertis o Freixenet, todas ellas firmas con un gran ascendente en Catalunya.



Josep Oliu e Isidre Fainé.

La gran burguesía de los Isidre Fainé, Josep Oliu y José Luis Bonet ha descubierto sus cartas, logrando que el consejero de Empresa Santi Vila pidiese esta semana una tregua, un tiempo para reflexionar y dialogar entre las partes, postergando la DUI para mejores tiempos. Vila representa al sector más tibiamente independentista del Partit Demòcrata y mantiene finísimos hilos de interlocución con Moncloa, vía Ana Pastor

Para todos aquellos que recelábamos del apoyo de la burguesía catalana a la independencia, las cosas se van aclarando y, tras la desaparición por suicidio político de la UDC de Duran y Lleida, nos encontramos ahora con que sectores decisivos del empresariado catalán, en su momento cercanos a CiU, se decantan contra el procés de forma nítida, uniendo su suerte a la del Reino de España y huyendo como gato escaldado de la idea de una inminente declaración de secesión.


El Gobierno de Rajoy, que estaba informado de los movimientos, se ha apresurado a aprobar un real decreto que facilite el cambio de domicilio social, auspiciando de esa manera una iniciativa que otorga un espaldarazo a su estrategia frente a las aspiraciones soberanistas catalanas. Fainé no será formalmente del PP, pero ha actuado como el más obediente de sus militantes, defendiendo los intereses de Caixabank sí, pero también los del Gobierno de España.


En los momentos de crisis, como los que se están viviendo en Catalunya, es cuando mejor se retrata cada agente político o social. La estrategia independentista propiciada en su dia por Artur Mas ha contado desde el primer minuto con grandes enemigos, pero seguramente no contaba con que sus principales banqueros se pongan de frente con la intención de abortar sin miramientos el procés. La lucha de clases en Catalunya es una evidencia y la alta burguesía ha elegido bando.⧫ 
 



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