2014/10/19

¿Quo Vadis Catalunya?

Lejos de mí la intención de sentar opinión sobre la situación de Catalunya. Si me interesa lo que ocurre en el país mediterráneo es por la influencia que pueda tener en lo que ocurra en un futuro en Euskal Herria. Y seguro que la tendrá.

Oriol Junqueras y Artur Mas. www.lavanguardia.com

El último movimiento protagonizado por el president Artur Mas, ha descolocado a casi todo el mundo. Hay quien piensa que se trata de una jugada maestra. Otros piensan, sin embargo, que puede convertir un serio asunto en comedia bufa. Lo que nadie le puede negar a Mas es su habilidad para resquebrajar la inestable unidad que existía entre los partidos pro-consulta y los agentes sociales (ANC y Omnium): Esquerra descolocada, Unió fuera de juego, Iniciativa desengañada y las CUP encendidas. Quedan las organizaciones sociales, que exigen elecciones anticipadas y lista independentista única. Lo primero está cantado, lo segundo se ve muy complicado. 


La mezcla entre el interés mayoritario por dar pasos hacia la soberanía y el interés de cada partido por jugar sus bazas está resultando explosiva. Todas las encuestas pronostican, en unas inminentes elecciones autonómicas, que CiU seguirá agudizando su declive en provecho de Esquerra. Mas, hombre bien informado, intenta construir una lista-país en la que su figura emerga de nuevo, adornada con gentes de renombre como Pep Guardiola o Lluís Llach. Oriol Junqueras y la dirección de ERC adivinan la maniobra y recelan. En ese punto estamos.

Desde una perspectiva independentista y socialista, encarnada en el Principat por las CUP, resulta difícil otorgarle a un personaje como Mas la confianza absoluta. En estos casos es sano conservar una cierta desconfianza, conocida su trayectoria política autonomista durante tantos y tantos años, a la sombra del ex molt honorable Jordi Pujol Soley. Pero es que tampoco a ERC se le puede otorgar toda la confianza, dada su histórica querencia por el centro político catalán, el que atesoraron en los gloriosos tiempos de la República.

Sin diálogo con Madrid, al contrario de lo ocurrido en Escocia con Londres, la salida de libro viene a concretarse en conseguir un nuevo Parlament mayoritariamente independentista y desde esa condición de hegemonía intentar poner en marcha una Declaración Unilateral de Independencia medianamente atada con alguna potencia europea (léase Alemania). Es una estrategia arriesgada, que puede tener importantes consecuencias si resulta fallida. Pero en todo caso, de conformarse, pondría a Madrid en un gran aprieto, el mayor desde la pérdida de Cuba y Filipinas.  

Ahora bien, para lograr en menos de tres meses, como pide la ANC, un Parlament indubitablemente independentista tan solo se necesitan millones de votos en esa dirección. No es condición inexcusable la lista única. Si los partidos que abogan por la independencia elaboran un programa similar, con la independencia como punto principal, sino único, todos los votos que reciban se entenderán como un apoyo explícito a esa alternativa política. Unos votos que se podrían entender de igual manera que si de un referéndum formal se hubiese tratado.

La situación es tan fluida, pueden suceder tantas cosas en los próximos días y semanas, que es difícil acertar con el pronóstico. Ahora bien, la lógica de las cosas nos indica que el sucedáneo de consulta ideado por Mas servirá de acicate catalizador del independentismo, que se convocarán elecciones, plebiscitarias o no, igual me da, y que habrá una clara mayoría parlamentaria inequívocamente independentista. Lo que no está claro a día de hoy es que Convergencia asuma dar el paso definitivo de la Declaración Unilateral. Antes, aunque sea un minuto antes, Rajoy descolgará el teléfono rojo para llamar a Mas y ofrecerle un diálogo franco, con la intención de salvar los muebles ante una separación inevitable. Veremos. 

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