2013/10/16

Fagor en su laberinto

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Fagor Electrodomésticos, heredera directa de la primitiva Ulgor, empresa matriz del actual Mondragon Corporation, ha entrado en preconcurso de acreedores. Dispone de cuatro meses para renegociar su abultada deuda y hacer frente a pagos urgentes que pueden alcanzar los 120 millones de euros. Su deuda total oscila entre los 800 y los 1.200 millones de euros, dependiendo de las fuentes. En los últimos cinco años sus cuentas han registrado pérdidas millonarias, sus ventas han caído en más de un 30% y sus desequilibrios financieros empiezan a afectar a la solvencia del propio grupo cooperativo.

La noticia ha causado un seísmo en Arrasate, en Gipuzkoa y en Euskal Herria. El corazón industrial del grupo Mondragon se ha quedado sin respiración. Habrá prejubilaciones, traslados a otras cooperativas, recorte de empleos, cierre de plantas, uniones temporales o definitivas con otros gigantes del sector y otras medidas similares. No se trata de un problema de ayudas puntuales o de préstamos puente. Está en duda la viabilidad económica del negocio.


Hace ya unos cuantos años, entre ocho y diez, se venía hablando del problemático futuro de la empresa. No por nada, sino por pertenecer a un sector maduro, con una fuerte competencia procedente de varios países asiáticos y sin grandes márgenes para la innovación exitosa. La propia Fagor intentó entrar en la producción de electrodomésticos de nueva gama, más sofisticados, porque veía que los frigoríficos y las lavadoras no daban más de sí. Luego llegó, como un cataclismo añadido, la crisis de la construcción, que enfrío el mercado de forma alarmante.

Fagor Electrodomésticos entró en 2009 en una dinámica de pérdidas millonarias de la que no ha conseguido librarse en estos cinco últimos años, sino que por el contrario han ido a más. No quiero aburrir con cifras, pero mientras en el último año de números negros, 2008, ganó unos raquíticos 121.000 euros, el pasado 2012 perdió 89 millones de euros y en el primer semestre de este año otros 60,4 millones.

A mediados de los años cincuenta, cinco alumnos aventajados del padre Arizmendiarrieta, factótum del cooperativismo, a saber, Usatorre, Larrañaga, Gorroñogoitia, Ormaetxea y Ortubay, pusieron en pie, en terrenos del primero, la cooperativa Ulgor, acrónimo realizado con las iniciales de sus apellidos. Sobre el negocio adquirido al pequeño taller Otalora de Gasteiz, comenzaron a producir hornillos, estufas y pequeñas cocinas en 1956. Más de cincuenta años de logros y la creación de un potente grupo empresarial cooperativo a nivel mundial les contemplan.

Queda por ver si la grave crisis de Fagor Electrodomésticos afectará a otras piezas del puzzle cooperativo o se tratará tan solo de un episodio pasajero, similar al que atravesó en su momento Irizar, y que se superó con un evidente éxito. Del resultado de todo el proceso, que sin duda va resultar traumático, se desprenderán lecciones cara al futuro. No se puede negar que el modelo cooperativo se ha podido desarrollar de forma satisfactoria dentro del sistema capitalista, pero la apuesta implícita de los dirigentes de Mondragon por la expansión del negocio, tanto del industrial como del comercial, acompañado de compras de otras empresas no cooperativas, han podido resultar contraproducentes.

Los trabajadores que son socios cooperativos en Eroski o Fagor Electrodomésticos resultan una minoría respecto al total de empleados de los respectivos grupos. Hasta ahora se ha podido seguir adelante con una cierta ambigüedad, creando empresas de carácter mixto o intentado transformar en cooperativistas a trabajadores por cuenta ajena. Ignoro donde se encuentra el justo término de convivencia entre el originario espíritu cooperativo, con un claro acento cristiano, y el afán de lucro innato que conlleva el capitalismo. Tal vez ahí reside el quid de la cuestión y no en la mera coyuntura del negocio.

La negativa de Mondragon Inversiones a seguir efectuando inyecciones de capital en Fagor Electrodomésticos, tras los 70 millones del pasado verano, ha precipitado la petición de preconcurso, a la vez que ha dado el pistoletazo de salida a un obligado debate en el seno del grupo Mondragon. Los socios cooperativistas deberán decidir qué rumbo tomar de aquí en adelante, una vez comprobado que la tendencia imparable de crecimiento y expansión de los cincuenta últimos años se ha roto. Y además lo ha hecho en el seno de la empresa que hasta 1990 seguía llamándose oficialmente Ulgor, la histórica madre de todas las cooperativas, la que fundaron los cinco pioneros en la finca Laxarte de Arrasate.

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