2013/05/15

Una Ertzaintza ejemplar

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Dice el lehendakari Urkullu que la actuación de la Ertzaintza en Ondarru ha sido ejemplar. Estoy de acuerdo. Pero no ha sido ejemplar en el sentido de modélica, como quiere hacernos ver el de Alonsotegi, sino en el sentido de que refleja mejor que nada la situación en la que nos encontramos. Una situación de dependencia con España en la que la policía nacida con el Estatuto de Autonomía se dedica a servir los designios de la Justicia española. En este caso concreto arrestando a la ciudadana vasca Urtza Alkorta, que a partir de hoy será una nueva presa política en Zaballa.


El espaldarazo de Urkullu y Beltrán de Heredia a la Ertzaintza, la misma policía que ha encubierto con la ley del silencio su responsabilidad manifiesta en la muerte de Iñigo Cabacas, resulta extremadamente preocupante. Ese apoyo explícito refleja la sumisión de Ajuria Enea a Madrid en asuntos de considerable magnitud política. Que se sigan produciendo detenciones, año y medio después del anuncio de ETA de abandonar la actividad armada, es un escándalo. Que el PNV, en vez de poner en cuestión esas detenciones, las aplauda, no tiene nombre.

Además, todo esto ocurre cuando el Gobierno español no ha realizado ningún mínimo gesto en relación con el repliegue de sus fuerzas policiales en Euskal Herria. Nos encontramos con la misma cantidad de efectivos, o incluso más, que en el momento en que la organización clandestina ETA se encontraba en activo. Sin embargo el lehendakari, que presumen de entrevistarse a menudo con Rajoy, no hace mención alguna al asunto. Da la impresión de que el PNV se siente cómodo con la proliferación de Guardia Civil, Policía Nacional, Ertzaintza, Policía Foral y servicios de inteligencia civil y militar que padecemos en nuestro país.

En el momento de su nombramiento, el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, realizó unas interesantes declaraciones al diario Deia, en las que afirmaba que "tenemos que bajarnos del coche patrulla, ir donde la gente y preguntarle qué necesita". Una bonita declaración de intenciones que no se ha cumplido ni en el Boulevard donostiarra, ni en Ondarru. La Ertzaintza de Beltrán de Heredia, como la anterior de Rodolfo Ares o la de Juan Mari Atutxa, nunca va donde la gente a preguntarle qué necesita, sino que va donde la gente dando gritos, empujando, golpeando, abusando de la fuerza y llevando a cabo su tarea de brazo tonto de la Audiencia Nacional española.  

Recuerdo que los responsables del Gobierno Vasco hicieron una espléndida campaña de imagen cuando se preparaba la implantación de la primera Ertzaintza, a principios de los años ochenta. Decían los próceres jeltzales que iba a ser una policía de barrio, como los bobbys ingleses que se encargan de ayudar a las ancianitas a cruzar los pasos de cebra en Londres. La impostura de aquel momento fue desmentida ampliamente por la realidad y ninguna campaña de marketing orquestada por Beltrán de Heredia y Gabirondo va a conseguir ahora que una buena parte de la población vasca cambie de opinión sobre ese cuerpo policial.

El lehendakari Urkullu lleva tiempo anunciando que para 2015 presentará un plan para desarrollar un nuevo estatus político para la CAPV. Mejor haría en no perder el tiempo con ese plan y ponerse a trabajar desde ya en la reforma de la Ertzaintza, para convertirla en una policía democrática, humana y al servicio de los ciudadanos. Si es que todavía es posible reformarla, ya que después del caso Cabacas y de sus actuaciones en Donostia y Ondarru, parece una tarea poco menos que imposible. 

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