2012/05/24

Memoria de un miércoles al sol


Ocurrió hace unos días. Un hombre, rayando en los sesenta, paseaba en una hermosa mañana de miércoles junto al archivo benedictino de Lazkao. Iba acompañado de otra persona, que le ayudaba a buscar el mejor lugar para disfrutar del sol. Porque el hombre al que me refiero no puede moverse por sí solo y necesita valerse de una silla de ruedas.

Se trata de la misma persona que las crónicas de prensa de finales de agosto de 1975 consideraban como uno de los  seguros condenados a muerte del consejo de guerra que se celebraba en la “sala de justicia” del acuartelamiento del Regimiento de Artillería de campaña número 69 de la VI Región Militar, en Burgos. José Antonio Garmendia Artola Tupa, fue detenido el 28 de agosto de 1974 en Donostia, junto a José María Arruabarrena Esnaola Tanke, en el curso de un “enfrentamiento” con la Policía, de resultas del cual ambos activistas cayeron heridos, Garmendia de mayor gravedad.

El abogado Juan Mari Bandrés testimoniaba, en el libro “Memorias para la paz” dictado al periodista Raimundo Castro, que “su coche (el de Garmendia y Arruabarrena) es tiroteado por la Policía y, a pesar de que han dejado las armas en el vehículo y han salido corriendo desarmados, son acribillados a balazos junto a la Facultad de Derecho de Donosti, ante numerosos testigos. Ambos son heridos, pero Garmendia de mucha gravedad, porque una bala le entra en el cráneo y le produce salida de masa cerebral”. Detenido y presionado en comisaría, pese a su delicado estado de salud, que incluye quince días en coma y una delicada operación, se le mantuvo incomunicado hasta el 27 de diciembre de 1974, en un gesto de crueldad añadida.

Garmendia fue condenado a muerte en el consejo de guerra celebrado en Burgos, pena que le fue conmutada a última hora y en cierta manera traspasada a su compañero Angel Otaegi, que acabó siendo fusilado el 27 de septiembre de 1975, en el mismo Burgos. Las secuelas de aquellas heridas de bala en la cabeza, recibidas en la avenida de Zumalakarregi de Donostia, son las que le mantienen actualmente postrado.

La de José Antonio es otra cara del conflicto, la que ningún Instituto de la Memoria quiere contemplar, porque pone en cuestión toda la ofensiva ideológica que sustenta la operación de borrado sistemático de una parte sustancial de los últimos cincuenta años de nuestra historia, que se quiere acometer ahora que la organización clandestina ETA ha desistido en su actividad armada. Casos como el suyo no serán abordados en ningún congreso oficial de víctimas, en los que tan solo disponen del uso de la palabra quienes han estado en todo momento en el bando preciso, al que ellos mismos denominan de los vencedores, y, si han tenido alguna equivocación pasajera en su trayectoria, se han arrepentido posteriormente de la misma en la forma prevista por el poder.

Si vamos al fondo del asunto, deberemos preguntarnos de qué tendría que lamentarse este hombre. ¿De haber luchado contra la dictadura que pretendía aniquilar a su pueblo? ¿De haber militado en la resistencia clandestina? ¿De haber sido herido de suma gravedad por la policía? ¿De no haber renunciado a su sueño libertario?

Entre las reberberaciones de la actualidad se oyen estos días voces diciendo que la Cultura, así escrita, con mayúsculas, no estuvo a la altura frente a la actividad de ETA. Quienes lo afirman deberían preguntarse qué hicieron ellos contra el terror de Franco y los militares que sostenían la dictadura. Porque hubo gentes de la cultura que compartieron prisión con Garmendia y Arruabarrena, como Eva Forest o Alfonso Sastre, por poner un ejemplo de personas concocidas en esta tierra. Ellos dos sí que estuvieron a la altura. A una altura a la que, los que ahora intentan imponer su criterio desde el poder, jamás lograrán asomarse, por mucho que lo intenten.

Queremos vivir un nuevo tiempo político en Euskal Herria. Un tiempo en el que todos los proyectos puedan competir en igualdad de condiciones y tengan la posibilidad de materializarse sin mayores cortapisas. En última instancia deben ser los ciudadanos quienes determinen el camino a seguir, eligiendo entre las opciones que mejor convengan a este pueblo. Sin más límites que la voluntad popular.

En ese nuevo tiempo habrá que realizar un esfuerzo añadido en pos de la convivencia, del respeto entre todos quienes queremos vivir en este país. Un esfuerzo que debe ser común. No vale exigir solamente a una de las partes, como se hace desde los ámbitos del poder. Es imprescindible reconocer el daño causado, sí, por supuesto, pero antes hay que realizar un ejercicio de realpolitik y establecer que el daño no ha sido causado exclusivamente por ETA, sino que el sufrimiento ha sido multilateral. Que los perfiles de los afectados por el conflicto son muy diversos y que nadie reúne en su persona toda la verdad, por muy víctima que haya podido ser.

La mañana de ese miércoles, cuando regresaba hacia Donostia, iba pensando en el inmenso valor que atesoran los documentos guardados con celo en el archivo de Lazkaoko Beneditarren Fundazioa, testimonios imprescindibles para desentrañar los vericuetos por los que ha atravesado este pueblo. Pero al mismo tiempo pensaba que si el archivo es importante, más lo es la figura de aquel hombre en su silla de ruedas, disfrutando del sol de mayo. Una figura que representa el testimonio de una trayectoria vital, discutida y discutible, pero que está ahí, presente en la memoria reciente de este pueblo y que ningún congreso, ni ningún instituto de la memoria, van a ser capaces de borrar.

[Artículo publicado en el diario "Gara", 2012-5-23] 

2012/05/21

Urkullu, el único candidato posible

Iñiko Urkullu
El Euskadi Buru Batzar del PNV ha designado a Iñigo Urkullu candidato a lehendakari. El nombramiento, que no ha sorprendido a casi nadie, confirma que todas las reglas tienen una excepción y por segunda vez en ese partido un presidente de la ejecutiva nacional aspira al máximo cargo institucional de la CAPV. En caso de acceder al mismo, deberá renunciar a su puesto en el EBB.

En un partido serio como el PNV, tener que forzar los estatutos de esa forma sólo puede deberse a causa mayor: el de Alonsotegi (Enkarterriak) era el único candidato posible. Sobre todo tras la renuncia expresa, por escrito, que había firmado el anterior candidato Juan José Ibarretxe.

El nombramiento ha sido por unanimidad y en la comisión delegada para tal fin estaba presente Joseba Egibar, lo que despeja las dudas sobre la verdadera posición política del presunto líder del sector independentista del partido. A la hora de la verdad, lo primero es lo primero, y aunque Ibarretxe se mantendrá en el incosnciente colectivo de ese sector virtual como el candidato óptimo, lo cierto es que la realidad es la que es. No está el momento político para aventuras, habrá pensado Egibar.

Respecto a las perspectivas electorales cara a los próximos comicios, que presumiblemente se celebrarán en noviembre, la candidatura de Urkullu ofrece varias derivadas. La primera es que es el candidato tendrá graves dificultades para rebañar votos en el entorno más tibio de Amaiur. Para ese cometido el candidato ideal hubiera sido, sin duda, Ibarretxe.

Sin embargo, ante un futuro escenario parlamentario en el que la izquierda soberanista puede pujar por el primer puesto electoral, Urkullu ofrece un perfil político que no produce rechazo en ámbitos autonomistas del PP y el PSOE. Es decir, que aquellos electores que deseen impedir un triunfo de la izquierda soberanista, pueden ver en Urkullu el dique de contención para evitar una hipótesis que sitúan como el mayor de los males. De alguna manera, sería considerar a la candidatura de Urkullu como el único freno al temido triunfo soberanista de izquierdas. Una especie de voto útil contra el independentismo en crecimiento. 


2012/05/15

Pluralidad no es dispersión

Se anuncia estos días que varios cargos públicos elegidos en listas de Aralar, al parecer disconformes con la actual linea del partido, han impulsado la creación de una nueva formación política denominada Nahia. Tienen todo el derecho a hacerlo.

Ahora bien, la constitución de un partido político debería ir más allá que la mera reacción ante un problema interno, sea éste ideológico o de otra índole. Los partidos políticos se crearon para aglutinar a quienes piensan de forma parecida y tienen la misma estrategia política. De no ser así, cada ciudadano podría ser un partido político individual. Es necesario ceder en el detalle para aglutinar en lo fundamental.

Tras la penosa experiencia del franquismo, en Euskal Herria se produjo una epidemia de siglas partidistas, que en nuestro caso se acentúa por la división administrativa que padecemos. Es decir, no existe un partido socialista vasco, sino una sección del Parti Socialiste francés para el Departamento 64 ( que incluye a Iparralde), un Partido Socialista de Navarra y un Partido Socialista de Euskadi, ambos englobados en el PSOE español. Y así sucesivamente.

Con ser grave la fractura ocasionada por la realidad administrativa que padecemos, peor aún es la tendencia a la fragmentación dentro de las grandes corrientes políticas. En los últimos tiempos, paralelamente a los avances que se han dado en el proceso político, se han producido importantes esfuerzos para agrupar, al menos en el plano electoral, a quienes defienden un espacio de izquierda soberanista vasca.

En ese gran espacio se ha dado recientemente una puesta en común en la que han estampado su firma Ezker Abertzalea, Abertzaleen Batasuna, Aralar, Eusko Alkartasuna y Alternatiba. Un hito en los tiempos de dispersión en los que hemos vivido, pero que sigue reflejando la diversidad de formaciones existentes en Euskal Herria. Una pluralidad que se extiende a lo largo y ancho del país en forma de clubes políticos, asociaciones político-culturales, tendencias, agrupaciones sobre historia y memoria, pequeños partidos comunistas, colectivos libertarios y, en general, iniciativas políticas diversas. También en la izquierda, pero fuera del ámbito mencionado, nos encontramos con Ezker Anitza, Ezker Batua, Antikapitalistak, Gorripidea... y otros partidos y grupos que se quedan en el tintero.

Es conocido el afán de debate, de discusión, de confrontación ideológica que ha caracterizado históricamente a la izquierda, desde los tiempos de la Internacional Obrera de Marx y Bakunin. Esa tradición es positiva, enriquecedora, si se logra conjugar con un esfuerzo paralelo en la suma organizativa. La unión de esfuerzos no tiene que significar uniformidad, ni pensamiento ùnico. Al contrario, dentro de esa amplia unión se puede dar el debate franco, siempre que se asegure un acuerdo básico sobre los puntos sustanciales del programa político a desarrollar.

La situación que se vive en la izquierda griega, dividida entre varias candidaturas electorales: Izquierda Radical-Syriza, Partido Comunista-KKE, Izquierda Democrática, Verdes, Antarsya-Izquierda anticapitalista y otros grupos extraparlamentarios y anarquistas es un magnífico ejemplo de dispersión. Una dispersión que imposibilita un trabajo en común para liderar un proyecto alternativo al que dicta la Unión Europea y el neoliberalismo de los mercados, incluso accediendo al Gobierno.

Estamos en un momento político de efervescencia, lo que facilita el surgimiento de iniciativas de todo tipo. Unas en clave de sana aportación a lo existente, para enriquecerlo, otras, en cambio, en pos de un lugar en el que cobijarse tras años de zozobra. Todas ellas pueden ser legítimas, pero debería quedar claro que la pretensión de colocar los intereses del propio colectivo, por pequeño que este sea, por encima de los intereses generales de una unión histórica hacia el aglutinamiento de un soberanismo de izquierdas en clave hegemónica, puede resultar a la larga un tremendo error, difícilmente subsanable en el futuro. Pluralidad no debe en ningún caso ser sinónimo de dispersión.

2012/05/10

Sin argumentos

Rafa Díez Usabiaga y Arnaldo Otegi
La sentencia del llamado caso Bateragune, por la que se condena a seis años y medio de prisión a los militantes independentistas Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga y a seis años a Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez, es un nuevo ejemplo de la zozobra en que vive el entramado jurídico-político del Estado español. Carecen de argumentos y se enrocan en el único arte que dominan, el inquisitorial.

No hace falta ser un experto en leyes para descifrar algunas de las circunstancias que se han dado en la deliberación y posterior fallo del Tribunal Supremo. De los cinco magistrados que componían la sala, el ponente, luego sustituido por el propio presidente, factótum de la sentencia final, abogaba por la repetición del juicio, mientras que otro miembro del tribunal se decantaba directamente por la absolución. Cuando dos integrantes del tribunal discrepan rotundamente del fallo mayoritario, podemos sospechar que algo huele a podrido en Dinamarca. Y más cerca también.

Si a eso añadimos que la sentencia estaba redactada tiempo ha y que se ha hecho pública haciéndola coincidir con la final de la Europa Liga, podemos afirmar que se trata de una evidente decisión política revestida de lenguaje jurídico y conformada dentro de un tempus politico previamente diseñado. Una vez más.

Todo aquel agente político que esté medianamente informado sabe que los cinco militantes independentistas arriba nombrados estaban trabajando en la búsqueda de soluciones al conflicto político, precisamente en la dirección que ha tomado en estos últimos tiempos el conjunto de la izquierda abertzale. No hay que ser un lince para deducir que la operación policial realizada en la sede donostiarra de LAB, ordenada por el siniestro juez Garzón, intentaba impedir el cambio de rumbo de ese espacio político.

Como bien dice Otegi en su carta, Rajoy y Rubalcaba prefieren continuar en su discurso antiterrorista que abordar un escenario en el que se pongan sobre la mesa los derechos políticos que le asisten al pueblo vasco. En un debate estrictamente político están derrotados, como lo van a estar en las próximas elecciones autonómicas de la CAPV. Si continúan en su empeño represivo, negándose a cualquier atisbo de diálogo, tanto PP como PSOE se convertirán en convidados de piedra del escenario político vasco.

La izquierda independentista, más allá de las especulaciones sobre candidatos a lehendakaris, posee dos argumentos de peso para explicar a la ciudadanía la importancia de mantener la apuesta. El Estado español, lejos de asumir el cambio de ciclo y el advenimiento de un nuevo tiempo politico, persiste en negar la mayor y en mantener en pleno funcionamiento su arquitectura jurídico-politica. Por tanto, no realiza ningún esfuerzo en la consolidación del proceso.

Además, atraviesa una crisis económico-financiera e institucional de primer orden. Seguir enganchados a él nos conducirá al abismo. Es tiempo de soltar amarras y poner en valor una estrategia económica propia, alternativa y soberana que nos acerque a los países punteros de Europa, alejándonos de quienes se empeñan en gobernar las instituciones y gestionar la economía desde el amiguismo, la corrupción, el despilfarro  y la incompetencia, como se acaba de comprobar en el caso Bankia.


Estekak:

2012/05/08

Verificación

Los representantes del Estado español, fieles a su línea de actuación, siguen denostando las labores de la Comisión Internacional de Verificación (CIV) acerca del asunto vasco. Desde el Gobierno del PP se repite la misma letanía que avanzase en su momento el Gobierno del PSOE: la única verificación que sirve es la que realizan a diario policía y guardia civil.

Al parecer, dadas las constantes noticias sobre reducción de escoltas que se han publicado en los últimos tiempos, la tarea encomendada a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado está dando frutos. Si ellos son los únicos verificadores solventes, a ellos se les habrá preguntado antes de quitarle casi toda la escolta a personas como Baltasar Garzón, siempre en primera línea frente a la amenaza violenta.

Del ejemplo se deduce que policía y guardia civil han constatado que el anuncio realizado por la organización clandestina ETA el pasado 20 de octubre es creíble. De no ser así, jamás habrían dado su conformidad con la reducción de los operativos de seguridad vigentes hasta dicha fecha.

2012/05/03

Demokrazia Zero

La apertura de juicio oral contra las 13 personas implicadas en la causa contra Demokrazia 3 Millioi y Askatasuna es una muestra más de que el Estado sigue impertérrito ante el nuevo tiempo político que se quiere vivir en Euskal Herria. ¿Cuál es el delito de los encausados? Intentar hacer política desde el independentismo de izquierdas, un propósito hoy por hoy imposible, al menos en las mismas condiciones que el resto de ofertas políticas del país.

Conviene volver a insistir en que Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna son formaciones ilegalizadas y que Sortu, una formación que intentó legalizarse bajo presupuestos de izquierda independentista, continúa ilegal, a la espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre el recurso presentado por sus abogados. Esta es, a grandes rasgos, la situación. Una situación que se puede resumir en Demokrazia Zero.

La irrupción de candidaturas exitosas como Bildu y Amaiur fue un triunfo de la democracia sobre la imposición estatal española, pero a su vez ofrece un panorama de cierta normalidad que no se corresponde con la realidad. A día de hoy, quienes se sienten independentistas de izquierdas en este país tienen enormes dificultades para organizarse pacíficamente en defensa de sus ideas.

Es habitual que en los períodos de transición, desde los tiempos viejos a los nuevos, se produzcan estas contradicciones, asincronías que desfiguran la verdadera fotografía del escenario político. Por eso es más necesaria que nunca la denuncia de lo que les está ocurriendo a estos 13 ciudadanos vascos. No podemos permanecer impasibles ante semejante atropello contra el derecho fundamental de asociación política. El único veredicto aceptable es la absolución para todos ellos.

Actuar en política como si estuvieran garantizada la plenitud de derechos a todos los actores concurrentes puede ser un grave error. Mientras la izquierda abertzale en su conjunto ha dado pasos decisivos en el camino hacia la apertura de una nueva etapa política en Euskal Herria, el Estado español, antes gobernado por el PSOE y ahora por el PP, se mantiene en el inmovilismo. Y cuando se mueve lo hace de forma rácana y alejado de las premisas establecidas en la Conferencia de Aiete.

Señalar lo que ocurre, poner el dedo en la llaga, no tiene que ser sinónimo de actitud pesimista o destructiva. Al contrario, conviene saber bien en dónde estamos para poder evaluar la conveniencia de seguir dando más pasos o esperar a una coyuntura más favorable.

La estrategia unilateral de la izquierda abertzale no va a cejar en su empeño ante la inacción de Rajoy, pero tampoco se va a quedar a la espera de acontecimientos cruzada de brazos. Que el Gobierno español muestre un alto grado de irresponsabilidad en un momento crucial como éste, no va a rebajar ni un gramo el sentido de responsabilidad de la izquierda abertzale, como ha quedado demostrado hasta la fecha.