2011/04/11

Una mera suposición

Todo lo que va escrito a continuación es una mera suposición que no tiene porque estar basada en datos fidedignos. Supongamos pues que un ciudadano vasco, que responde a las siglas J.E.B., hubiese sido, en la legislatura 1983-1987, concejal por Herri Batasuna y candidato a las Juntas Generales de Bizkaia. Así mismo, supongamos que hubiese sido candidato municipal y a juntas generales en la legislatura 1987-1991. Supongamos, ya puestos, que tras un periodo de inactividad política, el mismo J.E.B. se hubiese presentado para concejal por Euskal Herritarrok en las elecciones de 1999 y que, para rematar el expediente, hubiese ejercido de apoderado de ANV en los comicios locales de 1997. Supongamos también que el ciudadano anónimo de la historia, teniendo en cuenta la comprensible evolución humana, hubiese sido tentado por el partido Aralar para formar parte de su candidatura municipal en un pueblo de Gipuzkoa para las próximas elecciones del 22 de mayo. Ningún problema. El señor J.E.B. se colocaría en el puesto número dos de la lista y, con un pelín de suerte, hasta podría salir elegido concejal por el municipio en el que ahora reside.

Ahora bien, si, dejando a un lado las comprensibles evoluciones humanas, ese mismo ciudadano hubiera sido invitado a engrosar la lista municipal de su localidad por la plataforma Bildu, las cosas serían bien diferentes. Es más, ni siquiera habría sido invitado a tal cosa, sabedores los promotores de esa lista maldita, gentes de EA, Alternatiba e independientes, de que la inclusión del nombre de J.E.B en la plancha conllevaría un inminente peligro de impugnación de toda su candidatura por parte de la Administración central.

Según Iñaki Iriondo en "Gara", al menos 40.000 ciudadanos vascos se encuentran en la misma situación que J.E.B. Una situación inimaginable en cualquier democracia europea, que sin embargo se acepta con demasiada laxitud por la mayoría de agentes políticos vascos. Resulta paradójico además que el simple hecho de haber integrado en su día unas listas municipales, anule de facto el derecho a ser elegido de tantos y tantos ciudadanos de este país, y sin embargo, otros sujetos, relacionados en sus biografías con la violencia activa, puedan ser portavoces de foros antinacionalistas, editorialistas de Vocento o Prisa o creadores de opinión en medios de la extrema derecha, sin mayor problema.

La doble vara de medir es un método muy utilizado en nuestro país. Está bien pedir la legalización automática de Sortu, pero no estaría de más que los agentes políticos que concurren electoralmente dijeran algo de este impresentable apartheid político que lamina los derechos básicos de miles y miles de ciudadanos. Es más, algunos portavoces políticos insisten una y otra vez en que la izquierda abertzale estará presente en los comicios de una u otra manera, porque dispone de gran habilidad para ello. Resulta particularmente cínico decir eso, cuando semejantes opiniones proceden del ámbito del PNV. Sería interesante realizar un ejercicio teórico en el que ese partido estuviese impedido de presentar en sus listas a quienes las han integrado en los últimos 30 años. Seguro que tendría enormes problemas para completarlas.

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1 comentario:

  1. Así de nitida es la situación. Contaminación por ósmosis debe ser la figura.Algunos lo tomamos a 'cachondeo', pero no deja de ser una muestra más de sinvergoncería violenta por una parte, y de aprovechamiento putrefacto por otra.Este limbo juridico si que contamina todo el proceso electoral e ilegitima a sus 'electos'.No esperemos nada de quienes su 'modus vivendi' depende del sistema.

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